El calendario ha dado vuelta y hemos iniciado un nuevo ciclo cronológico cargado de buenos deseos y buenos propósitos, pero hay que tener claro que los desafíos son enormes. La economía y la seguridad son los principales retos que debemos enfrentar como nación.


El Salvador ha pasado décadas de bajo crecimiento, inseguridad y pesimismo generalizado. La última década, gobernada por el FMLN, dejó el peor registro de homicidios y un clima de negocios precario, inestable y cargado de incertidumbre.


Pero es hora de mirar hacia adelante. El Salvador necesita salir del ciclo de bajo crecimiento que nos ha afectado. El Gobierno debe profundizar las medidas para mejorar el clima de negocios, atraer inversiones que generen empleos, fortalecer la seguridad jurídica, la predictibilidad y certidumbre que nos lleve a encontrar la senda de la prosperidad para todos los salvadoreños. Un país próspero va a ser un muro contra la inseguridad y contra los violentos, y además, generará recursos para que el Estado combata la criminalidad con contundencia.


Para todo esto también es necesario el entendimiento y la búsqueda de acuerdos que incluyen el respeto a la institucionalidad, las libertades y los derechos fundamentales que consoliden una democracia sólida y estable para El Salvador.