La declaración del presidente electo, Nayib Bukele, que sus decisiones no se basarán en los intereses de Estados Unidos o China, sino en los intereses salvadoreños, es sumamente positiva después de una década en la que los alineamientos ideológicos del FMLN prevalecieron sobre los verdaderos intereses de los salvadoreños.

En la política exterior, El Salvador debe tener claro que sus intereses deben ser prioritarios. En la administración Sánchez Cerén, el distanciamiento con Estados Unidos, la Unión Europea, hasta con México y otras naciones sudamericanas importantes ha sido evidente debido al alineamiento ideológico con los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

La relación con Estados Unidos es ciertamente una prioridad que debe tener el próximo gobierno. Es el hogar de un tercio de los salvadoreños y, además, el mercado más importante para nuestras exportaciones.

En cuanto a la situación de China, la administración Bukele debe sopesar lo que puede traer más beneficios a corto y largo plazo para El Salvador, en términos de cooperación y comercio, sin creer en falsas promesas ni caer en trampas de endeudamiento, conscientes de que la decisión forma parte de una situación geopolítica compleja en la que debe prevalecer el interés de la nación.