En la era digital, los comunicadores y medios de comunicación enfrentamos una difícil tarea, no solo en el hecho que cada día la información veraz es escasa sino por dónde y cómo es más efectivo llegar a los ciudadanos con la noticia, el análisis y la incidencia. De la crisis de la inmediatez que fue marcada por la radio y el vídeo, pasamos al “vivo inmediato” por medio de la microonda y la portabilidad telefónica, luego el “vivo all time” con la apertura del internet y la transmisión de datos, hasta llegar al twitter y las redes sociales donde no solo hay inmediatez sino un todo en uno: texto, audio, vídeo y desde cualquier lugar y por cualquier persona, todos los medios en un solo envío o en un solo hilo.

Pero más dramático aún es el uso del twitter desde Casa Presidencial, convirtiéndolo en no solo un medio de difusión institucional sino un medio oficial de comunicación para ordenar, despedir, contratar, generar opinión, atacar enemigos y defender posiciones políticas a toda hora y a gusto del que comunica.

Los periodistas y algunos medios presentaron esta semana una protesta por el uso del twitter como herramienta de comunicación exclusiva del gobierno, porque aunque éste acerca la población al gobernante (casi a nivel de testigo presencial de los hechos) blinda la unidireccionalidad de la comunicación, porque no hay repregunta, no hay reenfoque, ni profundidad más allá de los 280 caracteres, además de monopolizar la imagen visual desde un solo punto de vista de las cosas, la difusión del audio y vídeo desde la visión que linda con la propaganda.

Las redes sociales que fueron complementarias a los medios tradicionales están haciendo su mutación a un sistema de información que contiene a todos los actores en una sola caja, todos están al mismo alcance, pudiendo interactuar entre sí, es una visión semejante a la que tiene una persona al visitar un acuario, donde puede ver todo al mismo tiempo y a todos los actores, desde el más chico pez al más temible tiburón o gigantesca ballena, todos comparten el mismo espacio pero tienen diferentes efectos y eso es lo que aún no sabemos, cómo deparará esto dentro de la visión de informar, entretener y educar que de alguna manera los medios han sabido conservar.

Pasar de esperar el periódico por la mañana en la puerta de la casa, sintonizar la radio o la televisión en un horario a tener en el celular las noticias presidenciales a toda hora y darle like o comentar aun sabiendo que no habrá respuesta o que la única respuesta te la darán otros seguidores dispuestos a “matarte en la red” es una situación aún no evaluada, en sus impactos, en la dinámica legal, en la fórmula organizacional y en la función real de los cargos de estado; porque uno puede preguntarse si gobernar desde twitter se valida constitucionalmente igualmente cada acción o hasta donde puede necesitarse x número de personal si podemos hacer y dejar de hacer por las redes sociales, o más profundamente preguntarnos ¿cuánto de lo que se publica y dice en twitter del gobierno es real? ¿o es parte de una trama o de una previa concepción comunicacional o es una respuesta fake para impresionar al jefe por parte de un ministro?

Sea lo que sea es por hoy una manera diferente de gerenciar el país, la cual hay que evaluar para no convertirnos en simples seguidores de ideas sin raíz, porque si nos vamos a las redes sociales más del 80 % de las personas mienten o presentan vidas que no tienen, arreglan las fotografías, comentan como si fuera cierto, se toman fotografías para pretender o incluso modifican fotografías para parecer lo que no son; el riesgo existe por muy ministro o presidente que sea el tuitero.

El nuevo gobierno si en algo tiene un impacto también es hacia sí mismo, porque así como genera información en twitter en su visión positiva, para sus intereses, pronto podría comenzar a recibir comunicación de regreso en la misma vía, generando una realidad de dos bandas difíciles de sostener: la realidad virtual de las redes y la realidad del día a día, cómo hacer que ambas coincidan puede ser el reto más complejo, pero por ahora el ejercicio le da al gobierno un método que le da ventaja, pero no hay que olvidar que la comunicación es poder y en la pecera también el pez chico puede comer o por lo menos morder al más grande.