Los mormones constituyen una de las iglesias cristianas más influyentes de los Estados Unidos. Hace unos años, uno de sus miembros, Mitt Romney, un destacado senador republicano, llegó a ser candidato presidencial y aunque fue derrotado por Barack Obama, su voz aún pesa en la política norteamericana. Romney acaba de admitir públicamente que no votó por Trump.

Me llamó poderosamente la atención una serie de entrevistas a miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (el nombre oficial de los mormones) y lo que piensan de Trump. Uno pensaría que los mormones eran un voto seguro para el presidente estadounidense porque este supuestamente representa una corriente conservadora de la política norteamericana. Pero para los mormones eso no basta.

Al presidente “le gusta burlarse de la gente y dividir y no respeta a las mujeres. No respeta a los refugiados, a los inmigrantes, ni a las minorías”, se quejaba una miembro de la iglesia.

Los mormones creen que Trump trajo caos a Estados Unidos y que miente demasiado. Y es que el votante se fija en pequeños detalles para tomar decisiones transcendentales. Y como decía aquella célebre canción de José José, el problema es que “el amor acaba” y “hasta la belleza cansa”.