La libertad de expresión es parte fundamental de una democracia, es la panacea para que un país viva libre y sin censuras; sin embargo, en la historia, especialmente algunos presidentes han mancillado a sus detractores. Adolfo Hitler mandó a callar cientos de voces.

En América Latina las voces disidentes o los que han estado en contra de un presidente o en contra de las dictaduras o su forma de gobernar han sido encarcelados, asesinados y desparecidos. Nicolás Maduro ha coartado la libertad de prensa y la libertad de expresión y así lo han hecho muchos mandatarios. Donald Trump ordenó sacar a la fuerza al periodista Jorge Ramos por haberle incomodado con unas interrogantes en una conferencia.

Lo anterior indica que, a ningún presidente o sus funcionarios les pongan el dedo en la llaga o les saquen los trapos al sol. En El Salvador, los presidentes cambiaron su forma de gobernar desde la firma de los Acuerdos de Paz. No se atreven a ser drásticos con la prensa o con la ciudadanía que protesta por variadas inconformidades que le aquejan. Antes, los periódicos amanecían dinamitados y muchos periodistas eran asesinados. Había una libertad de expresión a medias o nula.

Hago colación lo sucedido con los periodistas de los periódicos digitales Factum y El Faro, a quienes les impidieron entrar a Casa Presidencial. Este incidente fue comentado por organismos internacionales y nacionales. Un comunicado de prensa del gobierno de Nayib Bukele manifestó que fue por un mal comportamiento en otra conferencia de parte de esos medios.

El empresario Adolfo “Fito” Salume, lanzó una advertencia al presidente Bukele. Es evidente que El Salvador está teniendo cambios significativos; sin embargo, no es conveniente que se impida hacer el trabajo periodístico. Un periodista, no importa la ideología o del medio de comunicación al que pertenece, debe tener acceso a toda información.

El artículo 6 de la Constitución de El Salvador manifiesta: “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subvierta el orden público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada de los demás. El ejercicio de este derecho no estará sujeto a previo examen, censura ni caución; pero los que haciendo uso de él, infrinjan las leyes, responderán por el delito que cometan”.

Es de analizar un extracto de una nota periodística que indagué en el periódico El Faro (6/05/2016) “El derecho a la libertad de opinión y de expresión incluye la libertad de buscar, recibir y difundir información. Se trata de un componente clave de la gobernanza y el desarrollo democráticos. La gente debe estar plenamente informada para poder formarse una opinión y participar en los procesos de toma de decisiones que afectan a sus vidas. La libertad de información también contribuye a una mejor gobernanza, ya que incrementa la transparencia de los sectores públicos y privados, y puede utilizarse como herramienta para favorecer la rendición de cuentas de sus actos, en particular cuando el acceso a la información se traduce en la denuncia de las violaciones de los derechos humanos o de prácticas de corrupción”.

En una ocasión visitó a la Universidad Francisco Gavidia en un foro periodístico el locutor Salvador Alas “La Choly” (Actual Comisionado presidencial para proyectos de la juventud), quien exhortó que en una ocasión le llamó el expresidente Mauricio Funes diciéndole que tuviese cuidado con lo que decía de él en la radioemisora Scan. Salvador Alas le contestó: “la libertad de expresión no puede ser callada por nadie, bien lo dice la Constitución”.

Actualmente todos queremos jugar a ser periodistas, proliferan los medios de comunicación de primera, segunda y tercera categoría; además, muchos ciudadanos crean blogs, redes sociales con el único objetivo de despotricar a los que no apoyan una idea o lo que manifiesta el señor presidente. Las redes sociales son un arma de expresión efectiva. Para que El Salvador pueda salir adelante es necesario que se permita al 100% la libertad de expresión y no se censure a los medios de comunicación, a los periodistas y a la población. El Salvador luchó por tener libertad de expresión y, en estos momentos, lleva un rumbo correcto. Por lo tanto, debe de reinar la libertad de prensa y libertad de expresión. Eso sí, el respeto debe imperar entre ambas partes. El pueblo estará pendiente que todo marche bien.