Todo gobierno cuando inicia su mandato, emprende lo que se define como la fase de los 100 días, es un periodo de gracia en el que la opinión pública está pendiente de los primeros pasos del ejecutivo; donde se espera que el nuevo gobernante y su consejo de ministros definan las líneas principales de su mandato. En la tradición de las democracias occidentales se trata de un acuerdo no escrito en el que la oposición al gobierno y los medios de comunicación tienen cierta cortesía en la crítica a los primeros pasos de la gestión gubernamental.

El concepto de los 100 días se ubica en el primer gobierno del presidente Roosevelt que usó esta idea para adoptar medidas para enfrentar la crisis de los años 29-30. Esta etapa de tiempo, desde entonces, ha servido para que cada gobierno busque generar confianza y optimismo.

El presidente Bukele en la práctica extendió el período de gracia hasta el 31 de diciembre cuando “pidió a sus ministros que el último día de diciembre le presenten su renuncia en señal de que ponen sus cargos a disposición y que si no hacen un buen trabajo los puede cambiar. “Es un formalismo”, les dijo.

Se valora que los ministros en estos primeros días se ocuparán en hacer dos cosas: un diagnóstico de la institucionalidad existente y en dar los pasos para una reingeniería de la gestión gubernamental.

No tiene ni una semana de gestión el gobierno y ya se conocen medidas drásticas: Bukele en el primer Consejo de Ministros, eliminó las secretarías de Transparencia, Inclusión Social, Gobernabilidad, Vulnerabilidad y Técnica y se conoció la creación de la Secretaría de Comercio e Inversiones, la Secretaría de Innovación y del Comisionado Presidencial de Proyectos Estratégicos. Ojalá que estas medidas contribuyan a la reconstrucción de un Estado moderno, eficiente y transparente al servicio de las personas.

Hay muchas incógnitas por resolver y la mayoría se despejarán a lo largo de estos 100 primeros días de gobierno. En este período, el conjunto de los ciudadanos podrá hacerse una idea del nuevo gobierno y saber qué propone para resolver los problemas nacionales.

En el discurso de inicio de gestión el presidente hizo un llamado a la unidad para sacar adelante a El Salvador y finalizó su alocución con un juramento en el que invitó a los salvadoreños a luchar juntos por El Salvador: “Juramos que cambiaremos nuestro país contra todo obstáculo, contra todo enemigo, contra toda barrera, contra todo muro, nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para poder cambiar El Salvador”.

Este juramento debe suponer el establecimiento y la puesta en práctica de pautas y estándares de un gobierno abierto donde se evidencie la apertura del presidente y sus ministros a la ciudadanía: la expectativa es que en los próximos días se inicie un diálogo con la sociedad civil sobre temas de interés nacional.

Debe quedar claro: que sin participación no hay compromiso y que el compromiso es más sincero y sostenido si las sugerencias de los ciudadanos para la solución de los problemas son atendidas.

Sería deseable que el nuevo gobierno ponga al servicio de los salvadoreños una plataforma de participación ciudadana donde las personas cuenten con una herramienta tecnológica que permita que se opine, donde se pueda discutir libremente sobre los temas de país y que estas opiniones sean tomadas en cuenta por los encargados del Órgano Ejecutivo.

La imagen que se formen del gobierno los ciudadanos a lo largo de estos primeros 100 días, es la que quedará en su mente durante los próximos cinco años. Esta primera impresión será casi definitiva, ya que no hay nada más difícil que cambiar percepciones cuando éstas ya están cristalizadas en la mente de los ciudadanos. Ciertamente es uno de los momentos de mayor influencia de un presidente.

La solución del país somos todos. Comparto las declaraciones del arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar que espera se pueda en este gobierno vencer la violencia, impunidad, corrupción e injusticia que permean la realidad salvadoreña.

Toca hoy conocer del gobierno entrante ¿Cuáles serán sus objetivos estratégicos? ¿Qué se va a priorizar para conseguirlos?

Responder a estas preguntas y definir la visión país, el futuro deseable. Es imprescindible para sacar adelante a El Salvador.