Si bien es cierto 30 días es demasiado poco para hacer un balance equilibrado y justo sobre el desempeño de un gobierno bien pudiera servir para analizar las “señales” que un nuevo gobernante envía sobre el rumbo de su administración. Hay materias que son muy propicias y hasta proclives para hacer esta apreciación, y ellas son quizá en el campo del nombramiento de su gabinete y en el de las comunicaciones.

En el segundo de los campos antes señalado, es de decir que existe una percepción generalizada de una “hipercomunicación” por parte del presidente, pero ello tiene varias explicaciones, la primera de ellas es que el anterior presidente era un mandatario ausente, incomunicado, que daba la impresión no sólo de no estar, sino de “no ser”, y para los que teníamos información bastante privilegiada, éramos del conocimiento que las decisiones de gobierno eran tomadas por una especie de “polítburo” del partido, por el que nadie nunca votó, y que hoy están en franca crisis existencial partidaria, y muchos de ellos incluso tendrán en su momento que rendir cuentas ante la justicia. Asimismo, dicha percepción está sustentada por un estilo distinto de gobernar y comunicar las decisiones de gobierno. El actual Presidente de la República pertenece a una generación que se comunica diferente y con herramientas comunicacionales diferentes, y eso debido a la generación a la que pertenece. Los “viejos políticos” o la “vieja política”, mira esto con desconfianza y hasta con incredulidad, estiman que hay “poca seriedad” en ese estilo comunicativo y que hay poca formalidad, pero en realidad, es precisamente esa forma de comunicar las cosas y comunicarse con la gente, lo que lo ha posicionado políticamente adonde está, y si eso es entendido por la “vieja política” o no, no es particularmente asunto del gobernante, sino del que hace la calificación subjetiva de su gobierno.

Por otro lado, y en el campo del nombramiento de su gabinete, se han escuchado voces señalando y criticando su composición, y más allá de darles o no la razón a los detractores, hay que decir que nunca, en ningún momento de la historia, el nombramiento de un gabinete ha dejado satisfechos a los detractores –aunque sean pocos-, pues un gabinete ideal y aceptable para la totalidad de la población, sólo pudiera existir si se manda hacer a “Ilobasco”. Lo que sí es deseable y aceptable, es que el gabinete sea sometido a la calificación general, en base a los resultados, y me da la impresión que el presidente Bukele ha asumido una actitud de demanda de resultados de su gabinete, muy, muy alta, lo cual implica que, más allá de la consideración que cualquiera pueda tener de los miembros del gabinete del presidente o de su proveniencia, estará el hecho que éstos serán evaluados y medidos con base a resultados, y si tales resultados no son a criterio del presidente los esperados, lo más probable es que más temprano que tarde, sean separados del gabinete, repito, con indiferencia de su calidad personal o su proveniencia, y es que así debe de ser en un gobierno presente, no ausente.

Finalmente, hay que hacer una evaluación objetiva y equilibrada de si a este primer mes de gobierno, se pueden percibir y observar “nuevos rumbos” que hagan posible la creencia y confianza de los gobernados, que otro futuro está por venir y que el ejercicio de gobierno no es “más de lo mismo” frente a los anteriores gobiernos. A este respecto he de decir que se puede afirmar con meridiana asertividad que se vislumbran nuevos rumbos en el ejercicio del poder, especialmente en materia de seguridad, que al fin y al cabo, hoy por hoy, es el principal problema y preocupación para la mayoría de la población, según lo señalan la mayoría de encuestas. Esto a partir de ver a un Presidente al frente de la lucha contra la criminalidad, en forma personal y no delegada, y estando dirigiendo y ordenando lo pertinente en el correr de los hechos, lo cual parece darle a la mayoría de la población, una agradable y aceptable noción de liderazgo y de orden, que parecía perdida con las anteriores administraciones. Y no hay nada más pernicioso y terrible para una sociedad, que perder la noción de liderazgo y de orden.

Repito, un mes ha pasado y falta mucho por hacer y evaluar, parece que la barrera de los cien días se ha reducido, y quizá la segunda evaluación de este gobierno no sea hasta los cien días, sino quizá a los sesenta…