Foto Ilustrativa.


Martha tiene cinco hijos y dos de ellos se hicieron pandilleros, ambos comenzaron cuando eran niños, con apenas 8 y 13 años. Uno de ellos lo hizo porque quería dinero, pero dice que desarrolló una maldad que ni ella misma puede entender, aseguró a Univisión Noticias, a quien le contó su historia mientras se refugia en un punto de la frontera entre México y Estados Unidos.

Martha, no es el nombre real de esta mujer porque fue cambiado para resguardar su seguridad, pues es perseguida por otros miembros de la pandilla. La mujer relata que ella se había negado a creerle a los vecinos de su colonia que le advertían que su hijo era un pandillero de la Mara Salvatrucha (MS13). Pero llegó el día en que se acabaron las dudas en una corte: el adolescente le confesó a un juez y a su madre, que estaba en la sala, que había robado un celular y una cadena de oro y que había sido marero desde los 8 años. Todo quedó escrito en la carta de esa audiencia. "Vos no te dabas cuenta", le dijo él y ella quedó congelada de pánico.

Ella cuenta su historia desde un punto remoto de la frontera de México con Estados Unidos, a donde llegó luego de haber huído por dos años de una colonia a la otra en El Salvador, perseguida por los compañeros de su hijo en la mara. Sin más escondites posibles, abandonó su país en la caravana de migrantes de marzo. Cuando se marchó, su hijo —a quien llama 'Little Crimen'— ya había cometido al menos un centenar de asesinatos, dice ella, y era corredor de la pandilla, uno de los jefes.

'Little Crimen le confesó con toda naturalidad a su madre que su primer asesinato lo cometió a los 12 años: mató a puñaladas a un muchacho de 15 años de su colonia porque lo acusó con su madre por pegarle. "Por sapo (acusón) lo maté", le dijo.

"Me daba tristeza saber que hacía cosas a la gente de la misma colonia. Yo le decía: '¿Por qué haces tanto daño?'. Porque en mi familia no había gente así, en mi familia no hay gente así", llora Martha. Ella trató varias veces, a su manera, de disciplinarlo. Le partió un plato en la cabeza después de la golpiza al vecino de 15 años, ese al que luego mató; le pegó un planazo en el lomo con un machete cuando le trasquiló el cabello a su hermana menor; y cuando él, cansado de los golpes amenazó con ahorcarse, ella le dijo: "Pues mátese".

"Yo no podía con él", dice Martha, que ahora admite que aquellos porrazos pudieron hacerle más daño. "A mí me dicen mis amigas que si lo hubiera llevado con consejos, ese niño no se me hubiera hecho tan malo como es, tan asesino como es".

Martha, sus hijas, su nieta... todos habían caído en desgracia luego de que a él lo arrestaron y decidió colaborar con la policía en el desmantelamiento de la pandilla a cambio de no pagar una condena de años en prisión, de acuerdo al relato de la madre. Una vez más, había puesto a toda su familia en la mirilla de la MS-13 y, según ella, también de la policía.

Un asesino y un protector

Martha relata que su hijo mayor, a al que llama por el alias 'Snarf', se unió a la Mara primero. Ella dice que lo hizo para proteger a la familia y asegurarse de que a la madre no le cobraran más extorsiones, porque lo que ganaba con la venta de fuegos artificiales en un mercado popular apenas alcanzaba para alimentar a sus cuatro hijos.

"Él sí me pidió permiso para ser marero. Me dijo: 'Voy a brincar a la mara porque solo así van a dejar de quitarte dinero a vos'", recuerda. Y aunque ella intentó disuadirlo, esa misma tarde lo 'brincaron': "Brincar era que les daban duro (...) Cuando yo llegué estaba todo pateado, golpeado, morado de las piernas. Le habían dado 13 bichos (mareros), 13 segundos cada bicho hasta que terminaba el último". Luego, el hijo le dijo que su ritual de iniciación en la pandilla incluía una cosa más: tenía que matar a alguien y así lo hizo.

Después de eso ella no supo más detalles de los andares de 'Snarf'. Solo le aceptaba los $800 o $1,000 que él le mandaba frecuentemente de Estados Unidos, a donde se marchó con la pandilla y donde ahora está preso con una condena de 26 años y seis meses por homicidio en segundo grado, según muestran los registros oficiales. Ella ya lleva 17 años sin verlo y sin hablar con él.

De 'Little crimen' Martha escuchó mucho más de lo que hubiera querido. " Había un momento en que hasta yo le tenía miedo, cuando le decía: '¿De dónde venís?' y él me respondía: 'De matar a tal persona'. A mí se me paraban los pelos y le decía: 'Andáte pa' tu casa'". Entre sus muertos hubo desde vecinos de la colonia y extraños, hasta su novia de 16 años, a la que asesinó por órdenes de los jefes, supuestamente por tener contacto con la pandilla rival, la Barrio 18. De no haber huído, quizás Martha también habría quedado bajo tierra.

Una de las veces que 'Little crimen' cayó preso, Martha utilizó el carro de su hijo para ir a llevarle comida a la prisión y en el camino la Policía Nacional se lo incautó: "Los bichos de la mara querían que yo les pagara el carro, porque era comprado con el dinero de las rentas (extorsiones). Me estaban cobrando 3,200 dólares. Les dije que no tenía dinero para pagar eso", narra. Pero ella seguía recibiendo amenazas. La peor: la de su propio hijo, que desde la prisión dio la orden de que la mataran si no pagaba por el carro.

"Uno nunca sabe los hijos que uno tiene para que le quiten la vida a una madre", le dijo al pandillero que le dio la noticia a modo de ultimatum. "Mi hijo hasta eso quería".

Martha también culpa a 'Little crimen' de mal guiar la suerte de su hermana, que a los 13 años terminó ennoviada con un marero que estaba preso junto a él. Él le había vendido a varios pandilleros el número de teléfono de su hermana a cambio de un dólar para poder comprar marihuana y ella terminó enamorada de uno de ellos.

"Siento muchas cosas cuando pienso en mis hijos. Me duele el corazón", dice. "No puedo comparar a los dos hermanos: uno era asesino-asesino, no se tocaba el hígado para matar. El otro niño era diferente. Me decía: 'No ando en las pandillas porque quiero, sino por cuidarte, por cuidar a mis hermanos. No me gusta hacerle daño a la gente. No soy así, mamá'”.

¿Por qué no los denunció?

Martha reconoce que siempre le tuvo miedo y desconfianza a su hijo menor, a 'Little crimen'. "Si usted lo viera, hasta la cara tiene de asesino", asegura al mostrar la foto inexpresiva del joven en su perfil de Facebook y donde lo único verdadero es la foto. "Nunca quise yo tener un hijo así, sin corazón", lamenta. "Nunca me imaginé que iba a ser tan malo". Y aún así, dice que lo ama.

A sus 50 años, separada de sus dos hijos varones y escondida en una casa en un punto inhóspito de la frontera, habla con resignación sobre el pasado. "Ni modo, me tocó ser la mamá de este malo", asegura. "Lo que le diría a las personas que dicen por qué yo no denuncié a mis hijos y les permití tantos crímenes es que el amor de madre es único y verdadero (...) Como madre tenía que aceptar lo que él fuera, aceptar que era un marero, un asesino".