Martina de Martía Sandoval es la primera salvadoreña nombrada como enlace en campos de refugiados de Sudán del Sur. /Foto: Naciones Unidas.


 




"Cuando mi papá se dio cuenta, no estaba muy feliz", recuerda Martina de María, quien siempre quiso usar un uniforme y ayudar a los demás. Ahora, es la primera salvadoreña que labora como inspectora adjunta de la Policía de Naciones Unidas, conocida como 'cascos azules', que lidera una misión de paz en Sudán del Sur. Desde ahí, afirma, descubrió cómo una mujer empoderada puede inspirar a las niñas a seguir sus sueños, a pesar de los obstáculos.

Martina de María Sandoval Linares es originaria de Santa Ana, al occidente del país. Es la única salvadoreña ascendida como oficial de enlace para los centros de detención en campos de refugiados en la capital de Sudán, Yuba. Desde ahí, lleva el control de los terribles delitos de violencia que sufren las niñas y mujeres refugiadas en la ciudad africana, que van desde las agresiones domésticas hasta lesiones, abuso sexual y feminicidio.

Desde el pasado 14 de marzo, la salvadoreña tiene a su cargo seis campos de refugiados en Sudán del Sur, donde El Salvador apoya al Consejo de Seguridad para la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS).

Fue ahí donde Martina encontró su vocación al otro lado del mundo, a miles de kilómetros lejos de casa. "Cuando pensé sobre lo que quería hacer con mi vida, la respuesta estaba clara: yo quería ayudar a la gente", escribe la salvadoreña en su entrada de diario para la oficina de noticias de las Naciones Unidas. Es la primera vez que envía sus notas a la agencia, desde que llegó en diciembre de 2019.

"Las mujeres inspiramos paz", asegura. Trabajar para la misión de la ONU cobra un significado todavía más grande para Martina, quien asegura que su rol y el de sus compañeras mujeres, terminó superando su trabajo y la llevó más allá, para inspirar a cientos de niñas y jóvenes mujeres.
El mayor impacto que tenemos como mujeres pacificadoras es que inspiramos a las jóvenes y niñas que piensan a veces ser como nosotras. Nos ven llevar una vida de servicio, de compromiso con una causa que es más grande que nosotras mismas", afirma la salvadoreña.

Martina de María trabaja en las aldeas remotas de Sudán del Sur, África. /Foto: Naciones Unidas.

"Lo convenció mi determinación"


Martina cuenta que cuando su padre se dio cuenta que se había unido a la Academia Nacional de Seguridad Púlica (ANSP), en 2007, "no estaba muy feliz". Después de estudiar una carrera de cinco años como administradora de empresas, sin embargo, se dio cuenta que algo faltaba. "Quería ayudar a la gente", agrega.

Su madre era la única que sabía cómo, después de graduarse, planificó cuidadosamente unirse a la Academia de policía. Aunque su padre se opuso al inicio, "cedió cuando vio lo determinada que estaba en cumplir lo que quería", añade.
Lo que representa una mujer pacificadora en una aldea remota es muy poderoso, les muestra que pueden seguir sus sueños y que no necesitan limitarse a sí mismas". Martina de María Sandoval, agente de la ONU.

En casa, su hija de ocho años y su familia la esperan. Pero ver a las niñas en Sudán hace que su trabajo, a veces sacrificado, valga la pena.
Sudán del Sur guarda un lugar especial en mi corazón: la gente y su cariño que he experimentado, me recuerdan donde crecí", asegura.