Efraín Barraza en la frontera Las Chinamas, con un grupo de cinco personas que permanecieron juntas por casi todo el encierro. / Cortesía Efraín Barraza


El viaje de un día a Guatemala se convirtió en uno de 42 días lejos de casa, para el docente universitario, Efraín Barraza, quien en marzo del 2020 viajó al vecino país, para organizar un evento académico, pero al regresar a la frontera de Las Chinamas, el ingreso le fue impedido por un agente de la Policía Nacional Civil.

“Lo que nos ofrecían es que llenáramos unas fichas y que nos iban a mandar a Jiquilisco, algo que nosotros no queríamos porque allá no había condiciones”, relató Barraza a Diaro El Mundo.

Junto a un grupo de cinco personas más, permaneció tres días en la frontera Las Chinamas y luego “a la gente la fueron amilanando”, recuerda.

Les ofrecieron trasladarse a la Villa Olímpica, y aceptaron. Ahí el grupo se estableció, sus familias llevaron donativos para iniciar una travesía de 30 días “Nunca nos faltó comida”, pero al día 13 fueron trasladados al hotel Ágape, en Sonsonate. Con el paso del tiempo, las personas empezaron a enfermar, “Vimos muchas personas que se enfermaban y se los llevaban para el Saldaña. Hubo personas con 37.5 de temperatura y se los llevaban”, relata; lo anterior sin tener una prueba de covid-19 positiva.

En la Villa Olímpica, los salvadoreños se organizaron para vivir 30 días, pero el sistema los movió al día 13.


Al llegar a Sonsonate vio cómo las autoridades policiales maltrataron personas, al grado de no dejar bajar a adultos mayores al sanitario. Los instalaron en el hotel, dos personas por habitación y recuerda que “los médicos no sabían qué hacer”. Añade que no tenían las condiciones y que él los vio con bolsas pláticas, en lugar de trajes de protección.

Barraza reflexiona que en todos los lugares, las personas se fueron acomodando al sistema y el sistema a ellos, hasta establecer una rutina: controles médicos, horarios de comida, limpieza en sus habitaciones, los únicos lugares donde podían estar.
“Nunca voy a saber si fui asintomático positivo. No soy el mismo de hace un año, nos dolió todo lo que pasamos, no nos merecíamos ese trato”. Efraín Barraza, estuvo en centro de contención

Reconoce que las medidas en el hotel eran estrictas: no podían, siquiera, abrir la ventana.

Barraza nunca supo la respuesta de sus dos pruebas de covid-19. Cada vez que hablaban con la prensa o intentaban algo con derechos humanos, había una reacción estatal. Presentó Hábeas Corpus ante la Sala de lo Constitucional, pero no recibió respuesta. Salió de cuarentena, al día 42 y pasó 30 días más en su casa “Más de 72 días sin poderme movilizar por orden del señor presidente”, concluye.

Las habitaciones en el hotel Ágape eran para dos personas, no tenían permitido salir ni abrir las ventanas.