Don Orlando García, junto a su esposa y una de sus nietas. / Jocelyn Coto


Sin la posibilidad de reelegirse, cada cinco años El Salvador cambia su presidente. Esta vez, miles de salvadoreños se hicieron presentes a la Plaza Capitán General Gerardo Barrios.

En Soyapango, a las 8:15 de la mañana, la familia García Alvarado ya tiene encendida la televisión.

Orlando García, de 72 años, pensionado y quien realiza trabajos de mecánica automotriz, colocó una mesa pequeña en donde esperaba que iniciara el acto. Mientras desayunaba, expresó: “Es primera vez que hacen una toma de posesión en un lugar abierto, es un momento único en la historia”. Su esposa Lilian Alvarado, un ama de casa de 65 años, degustaba unos panes con aguacate y café. Junto a sus nietas Belén Alvarado, una estudiante de ocho años, y Melissa Alvarado, una vendedora de 24 años, se acomodaron.

Lilian sube el volumen. Mientras el diputado Mario Marroquín, directivo de la Asamblea Legislativa, pasaba lista a los diputados de la Asamblea Legislativa, exclamó: “Todos son mañosos, nadie se salva”. Eran 83 diputados presentes y uno ausente: Schafik Hándal.

Melissa, una votante del partido Nuevas Ideas, no pierde la esperanza de que muchos jóvenes como ella serán beneficiados con educación y empleo. “Es injusto que en el país haya miles de universitarios graduados que no ejercen su profesión, debido a la falta de empleo y por la necesidad terminan aceptando cualquier trabajo”, expresó la joven.

Don Orlando delinea sus primeras esperanzas y no duda en decir lo que espera: que cumpla. “Espero que así como ha sido su discurso abierto para con todos, cumpla lo que ha prometido, para poder sacar adelante a nuestro país. Me gustaría que iniciara a mejorar la economía y la seguridad, que podamos trabajar en paz y que no se descuide de las personas pensionadas, para que tengan un sueldo más justo a lo que ellos entregaron en sus lugares de trabajo”, expresó.