María Chávez, de 69 años, tiene más de tres décadas de vender platillos y bebidas derivadas del elote en las afueras de la Puerta del Diablo, ubicada en Panchimalco.

Para Chávez, que ha estado acostumbrada a depender de las ventas que ofrecía a los turistas fuera del parque, el cierre del lugar ha hecho que se afecte su economía y su forma de trabajar.

“Me toca que rebuscarme dónde vender, porque aquí está malo. Imagínese, para mañana sábado (hoy), y yo no tengo con qué ir a comprar al mercado y poder darle de comer a mi hija. Además, me toca que regalar mi venta, porque al final no la vendo y esa es pérdida para mí”, explicó.

La vendedora espera que en estos días el Istu pueda abrir el lugar y así comercializar un “poquito de lo que vende” porque si la situación continúa, indicó, tendría serios problemas económicos.