Parece que no será tan fácil mudarse para Meghan Markle y el príncipe Harry hacia Frogmore Cottage, en Windsor, todo por una molesta razón: los aviones.

Para esta fecha se supone que el matrimonio ya debería estar viviendo allí a la espera de su primer hijo, sin embargo, han existido algunos detalles de la remodelación que han retrasado la mudanza.

Entre los cambios que le hicieron a la propiedad ha estado la adición de un estudio de yoga, nuevas chimeneas en las habitaciones principales, una zona de comedor de cocina, estanterías, y una serie de otros cambios que han elevado los costos a tres millones de dólares, el que será cubierto por la Beca Soberana financiada por los contribuyentes.

Pero, sin duda, lo que ha sido la peor pesadilla de la pareja en medio de estos trabajos, es el ruido de los aviones, por lo que el aislamiento acústico es un tema que debe estar completamente cerrado antes de hacer efectiva la mudanza.

Entre las medidas se incluirían ventanas con triple acristalamiento para bloquear el sonido de los 14 vuelos que sobrevuelan la zona una milla a la redonda de su casa y cada media hora, producto de la cercanía con el Aeropuerto Internacional Heathrow de Londres.

Cabe señalar que esta decisión de los duques de Sussex, reafirmaría lo que declaró una fuente al The Sun, asegurando que las exigencias de la pareja han sido tan altas que los trabajadores están laborando sin parar e incluso ignorando las inclemencias del clima.