Europa Press


Atrapados en un círculo vicioso. Así es como se encuentran los migrantes centroamericanos que huyen de la violencia en sus países de origen y que se topan con más violencia en su viaje hacia Estados Unidos atravesando México. Las nuevas políticas migratorias de estos dos países, que han aumentado las deportaciones, devuelven a muchos de ellos a la casilla de partida, donde con suerte vuelven a intentar huir.

Casi la mitad de quienes emprenden el viaje en busca del “sueño americano” lo hacen para escapar de la violencia, pero cuando inician su camino constatan que sus problemas no acaban al cruzar la frontera, sino que les acompañarán en buena parte del recorrido, según denuncia Médicos Sin Fronteras (MSF) en su informe “Sin salida”.

La organización pidió ayer al gobierno de Donald Trump suspender “de forma inmediata” el programa migratorio por el que envía a solicitantes de asilo a ciudades de México muy peligrosas, donde sufren secuestros y violaciones, además de experimentar pensamientos suicidas.

En enero de 2019, Estados Unidos selló con México los Protocolos de Protección del Migrante (MPP por su sigla en inglés), donde se estipula que los demandantes de asilo deben esperar en este país el trámite de sus solicitudes. Ese año, las agresiones contra extranjeros se dispararon.

“En los primeros nueve meses de 2019, el número de casos (277) de violencia sexual atendidos por MSF aumentó más del doble (un 134%) en relación al mismo periodo del año anterior (118)”, denuncia el informe presentado ayer en Ciudad de México.

Consultado por periodistas sobre el informe, Mark Morgan, jefe interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos, dijo que el programa “no debe ser cambiado” y que este plan “ha sido muy exitoso”.

Las autoridades fronterizas estadounidenses reportaron ayer que las detenciones en la frontera sur bajaron 10% en enero con respecto a diciembre a 36.679 personas, destacando que esta cifra representa una caída de 74,5% con respecto a la cota máxima alcanzada en mayo de 144.000 aprehensiones.

Cortesía MSF


Testimonios desgarradores

Para este informe Médicos Sin Fronteras recabó 480 entrevistas y reportes de atención a más de 26.000 migrantes y solicitantes de asilo, además de los datos y la experiencia de sus equipos en toda la ruta migratoria, constatando que muchos de sus pacientes “huyen desesperadamente de la violencia en sus países”, explica el coordinador general de proyectos de MSF en México, Sergio Martín.

MSF sostiene que los niveles de violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras son comparables a los de las zonas de guerra donde ha estado trabajando durante décadas.

Según el informe, el 45,8% de los entrevistados cita al menos un hecho violento como motivación para salir de sus países, mientras que el 61,9% estuvo expuesto a algún evento violento en los años anteriores a su partida.

En el caso de quienes viajan con niños, más del 75% asegura que huyeron de la violencia, incluidos los intentos de reclutamiento por parte de las pandillas.

Todos ellos “necesitan protección, asistencia y la oportunidad de poder solicitar asilo”, reitera Martín.

“En vez de esto, se enfrentan a más violencia en la ruta migratoria y se les prohíbe la estancia en los países donde podrían estar a salvo. Quedan atrapados y sin ninguna posibilidad de acceder a mecanismos de protección”, denuncia.

Cortesía MSF


Seis de cada diez es víctima de la violencia

Según Médicos Sin Fronteras el 57,3% de los entrevistados estuvo expuesto a algún tipo de violencia en la ruta como asaltos, extorsiones, agresiones sexuales y torturas.

“Lo que les sorprende es la violencia que experimentan en México, que no se la esperan”, señala Eulalia, psicóloga de MSF en Coatzacoalcos, en Veracruz (México). “Lo que les cuentan no es nada comparado con lo que sufren en la ruta”, lamenta esta experta.

Cortesía MSF


Blanco perfecto para los extorsionistas

En el informe de Médicos Sin Fronteras también se pone en perspectiva cómo los migrantes se vuelven preza fácil para el crímen organizado.

“Los criminales los identifican en la terminal de autobuses, los llevan a una ‘casa de seguridad’, buscan en su teléfono números de Estados Unidos y los extorsionan para que la persona de fuera pague un rescate”, explica Emilio, un psicólogo de MSF que trabaja en Tamaulipas.

“A algunos los golpean. Sufren amenazas de muerte y suele durar un par de días aunque no den dinero. Luego los depositan en el albergue más cercano”, describe el trabajador de MSF.

Empujados a la trampa de Nuevo Laredo y Matamoros


Algunos de los puntos a los que están siendo devueltos son los migrantes en municipios fronterizos de Nuevo Laredo y Matamoros, en Tamaulipas, son una región que el Departamento de Estado estadounidense cataloga tan insegura como Iraq, Siria o Afganistán y a la que recomienda a sus ciudadanos no viajar bajo ninguna circunstancia.


En Nuevo Laredo “apenas se puede salir de los albergues porque los ‘halcones’ (vigías) vigilan las entradas. A pesar de la presencia de la policía, los equipos de Médicos Sin Fronteras han presenciado secuestros en la misma puerta del albergue y en las estaciones de autobuses”, describen en su informe.