Enero se ha destacado por la preocupación generalizada ante un peligroso quebrantamiento de la paz mundial, debido a las tensas relaciones entre Estados Unidos e Irán, especialmente ante el asesinato del general Soleimani en una acción unilateral de Estados Unidos bajo un uso excesivo de la fuerza por parte de la administración Trump y advertida por distintas naciones como violatoria de la soberanía iraní, ilegal, provocadora y riesgosa frente a la precaria estabilidad de esa región.

Para muchos lo ocurrido es parte de la estrategia de reelección del presidente Trump y cortina de humo para desviar la atención sobre el juicio político decidido por una parte del congreso contra el presidente norteamericano. Esta peligrosa situación ha producido lamentables desatinos como el “error humano”, reconocido por Irán, que llevó al derribo de un avión ucraniano en territorio iraní con 176 pasajeros a bordo, acto condenable desde todo punto de vista.

Lo ocurrido en el medio oriente y su escalada podría tener graves consecuencias para la paz y el progreso en el mundo -incluyendo nuestro país-, impactando en particular la economía y el empleo norteamericanos y, por ende, las remesas de nuestros compatriotas. Además, pone en riesgo se dispare el precio global del petróleo, afectando las precarias perspectivas de crecimiento económico proyectadas para este año. Por estas razones, las naciones soberanas e independientes se han pronunciado por la paz y la distensión en aquella región, llamando al diálogo y al estricto cumplimiento del derecho internacional.

Nuestro país cuenta con credenciales históricamente reconocidas por haber superado un estado de guerra interno mediante el diálogo y la negociación; en consecuencia, y a partir de las reconocidas habilidades mediáticas del presidente Bukele, es inexplicable que todavía sigamos esperando su pronunciamiento por medio de cancillería.

En la agenda nacional, medios de comunicación colocaron en enero el debate sobre el nepotismo de una prominente figura legislativa, vinculada pública y estrechamente al presidente Bukele en su alianza de gobierno: se le acusa de colocar al menos cerca de una docena de familiares en plazas laborales en la Asamblea legislativa. Asimismo, hay fuertes y fundadas críticas sobre la composición familiar y corporativa de prominentes cargos en el gabinete de gobierno.

El nepotismo, que fue duramente criticado en el pasado en los gobiernos de izquierda, es parte del lastre que contribuyó en su momento al descalabro electoral; hoy lejos de superarse, tiende a justificarse, ampliarse e institucionalizarse en la actual gestión. Para su erradicación, debe existir una exhaustiva investigación y sanción hasta erradicarse de la administración pública.

Los datos reveladores del estudio de opinión pública de la UCA también han sido noticia. Es necesario recordar que bastante ha costado en la cultura política, cultivar la lectura, interpretar y aceptar como tal, la aproximación al estudio de la realidad de manera científica; y es que suficientes costos ha tenido -de manera particular para la izquierda-, hacer caso omiso de la realidad por medio de instrumentos ajenos, sobre los que es necesario reconocer su alto grado de calidad técnica alcanzada, ganándose la credibilidad en la sociedad.

En esa medición el presidente y su gobierno mantienen un alto grado de respaldo y popularidad que descansa en el optimismo y esperanza de la población, en los tan esperados cambios ofertados. Ese respaldo, bien canalizado, sería una buena palanca para avanzar en la superación de grandes problemas nacionales y sobre los que lamentablemente esta administración aún no tiene propuestas y menos un plan de gobierno como lo establece la Constitución.

De la lectura de la encuesta observamos que para el 70 % de los consultados su situación económica sigue igual, sin mejoría alguna. El estancamiento de la economía nacional provoca severas dificultades para conseguir empleo, profundizando la pobreza que sufre un importante segmento de la sociedad que no logra cubrir sus necesidades elementales. Además, crece el galopante alto costo de la vida y alza de los servicios básicos, sin que se vislumbren soluciones a corto plazo.

Para estos temas el presidente Bukele y su administración, con toda la inversión y habilidad mediática, no tienen respuesta. Quizás sea esta una de las razones de la pérdida de credibilidad del presidente Bukele, que estuvo situada en 8.37 % durante los primeros cien días, decayendo a 7.8 % en los primeros seis meses de gestión; y es que el ejercicio del gobierno y la solución real de los problemas no se encuentran en acciones mediatizadas.