Me van a disculpar pero no creo en ninguna CICIES, CICIG, Oficina Anticorrupción, Secretaría de Transparencia, Tribunal de Ética, Corte de Cuentas, ni en cosas creadas para mantener a raya la corrupción cuando estas se manejan con interés personal, partidario, político electoral o simplemente como tapadera de la misma corrupción.

Por años hemos estado en esta lucha, no es nuevo, desde los gobiernos del PCN, pasando por el PDC, ARENA, FMLN y ahora GANA-NUEVAS IDEAS la corrupción está presente en el discurso y en los hechos, unos en pequeños detalles otros en más grandes pero al final no tenemos la consistencia moral necesaria para iniciar una verdadera pelea contra la corrupción, porque para ganar esa pelea debemos ser congruentes, tener suficiente capital de respaldo moral para exigir la limpieza que se necesita, no es posible exigir lo que no se puede dar, ahí tenemos casos de nepotismo, abuso de autoridad, casos confesos y sentenciados de difamación, faltas al orden institucional en el cumplimiento de deberes como la presentación de declaraciones de probidad, etc…

No desmerito cualquier esfuerzo pero mientras no haya interés genuino en las acciones muy poco avanzaremos. Para seguir con los detalles, desde el momento mismo que la propuesta de CICIES ha sido tan secreta o tan ausente para el debate, la propuesta comienza a perder valor moral, porque no puede colocarse como estandarte si todos como nación y eso incluye a todos, no nos enfocamos en aprobar el mecanismo y le damos credibilidad.

Si la propuesta de CICIES se queda en una mera comisión ejecutiva su campo estará supeditado únicamente a la decisión presidencial restándole capacidades e independencia, que se supone son necesarias para detener la corrupción en los otros órganos de estado, las autónomas, las alcaldías y como lo dice la misma promesa electoral atacar a corruptos y corruptores, si la CICIES pasa por la aprobación legislativa sabremos que su ámbito de acción será más amplio, más independiente, que hay acuerdo de nación en lo político e igualmente respeto a la Constitución y a la institucionalidad, garantizándonos a todos lo que se debe en un estado de derecho: igualdad ante la ley y que se garanticen los derechos a juicio justo y a la presunción de inocencia, poniéndole límites también a la participación de entes internacionales como la OEA y la ONU que deben tenerlos, a partir de las experiencias detalladas que salen de Guatemala y Honduras con sus comisiones.

Ser honesto y probo no es resultado de una comisión anticorrupción, tampoco de que exista una ley o una entidad, ya vemos como casi teniéndolas todas, la corrupción lejos de disminuir va en aumento, no por falta de artículos sino por falta de principios, esos que se necesitan para respetar y aplicar una ley.

El país necesita toda esa institucionalidad pero si las personas que están en ellas no hacen ejercicio serio de su función porque sus principios son corruptos, por más leyes, CICIES o multas seguiremos perdiendo el tiempo y frustrándonos como población. Los principios nacen del corazón porque ahí es donde habita lo malo de cada uno, es ahí donde nace también la posibilidad de cambiar y donde se sostiene el dominio propio, es en el corazón donde debemos sellar la honestidad, la honradez, el respeto a la ley y la transparencia.

Nadie necesita una ley cuando todos sabemos hacer lo correcto, mucho menos necesitaríamos una comisión de ningún tipo si tenemos una Fiscalía honesta, valiente y comprometida con sus principios, si tuviéramos jueces incapaces de vender sus veredictos y sentencias, es decir que se necesita más que una ley y una comisión para alcanzar lo deseado. En la forma en la que está establecido el ejercicio de gobierno todo comienza con y por la cabeza, si desde ahí nace la honestidad y la verdad, el resto será historia.