El país vivió el 9F el momento más agudo del conflicto entre dos órganos de gobierno, el domingo pasado se llegó la meseta de la problemática, de aquí en adelante solo queda buscar una solución política negociada. A ningún lugar van a conducir la confrontación estéril y la política de desgaste del adversario. Lo que necesita el país es, la creación de un clima de serenidad, comunicación y acuerdo político.

Hasta el momento, no se ha descubierto una mejor vía para iniciar la solución de un conflicto que el diálogo. Es conversando que se puede llegar a un primer compromiso: el intercambio de posiciones es la herramienta más concreta, a la mano y efectiva con la que se cuenta y en El Salvador hay personas que pasaron más de dos años en un proceso de diálogo/negociación, que le puso fin a un conflicto armado, que duró 22 años y que tuvo un costo social de más de 75 mil muertos. No hay que cansarse de repetirlo: El diálogo es el medio más rápido y efectivo para una negociación que permita establecer compromisos y regular su cumplimiento.

Urge arribar en el tiempo más corto posible a dos cosas: un acuerdo de armonía social donde todos los sectores se comprometan a dejar la crispación y terminar la confrontación estéril que nos consume y un compromiso de inclusión, que permita que la sociedad civil, participe en la búsqueda de la solución a la problemática: Universidades, iglesias, tanques de pensamiento, sindicatos, asociaciones, sus opiniones deben tomarse en cuenta.

No es un recorrido fácil lo que le espera a la nación, pero hay que emprenderlo, porque los problemas que vive la democracia no se resuelven con menos democracia, sino con más democracia y esto implica mayor participación ciudadana en un proceso de diálogo-negociación.

La política es el arte de lo real. Los diputados de la actual legislatura terminan el periodo para el que fueron electos el último día de abril 2021. La aprobación de más préstamos e incluso la aprobación del Presupuesto General de la Nación 2021 estará en manos de ellos, es una cuestión que no se puede obviar. Lo mejor es el diálogo como elemento inicial para lograr acuerdos para la solución de los grandes problemas nacionales.

En circunstancias donde hay mucha tensión y desconfianza, entre partes enfrentadas es útil recurrir a un tercero imparcial, el mediador, para que facilite llegar a un acuerdo satisfactorio. La mediación como estrategia de resolución de conflictos tiene una historia de éxito en El Salvador. Naciones Unidas hizo una mediación impecable, no obstante el clima negativo de tensión en el interior del país y en la mesa de negociaciones, y contribuyó de manera importante a la construcción de una paz firme y duradera.

En el pasado reciente, en 2017, en medio de una crisis política y con los partidos políticos conscientes de su incapacidad para lograr acuerdos que ayudaran a resolver los problemas del país, el gobierno y los partidos de oposición informaron que un facilitador de la ONU ayudaría a desarrollar un diálogo para buscar acuerdos de país.

Naciones Unidas nombró como enviado especial para facilitar el diálogo a un brillante diplomático: Benito Andión, exembajador de México en El Salvador durante los 90. Andión no logró todos los resultados esperados. Pero eso no demerita la utilización de la mediación como herramienta para la resolución de conflictos.

El camino a recorrer en una negociación no es fácil y como en todo camino difícil hay avances y retrocesos, no es lineal, pero entre buscar una solución al conflicto y seguir en una confrontación, es infinitamente mejor llegar a compromisos, pactos, acuerdos de nación que seguir en un pleito entre salvadoreños.

Después de lo sucedido el 9 F no podemos regresar a las actividades en modo “Business as usual” que significa en castellano regresar a nuestras actividades como siempre, como lo acostumbrado, igual que siempre. Hay lecciones aprendidas y malas prácticas que no se deben repetir.

Por el bien del país ojalá pronto se pueda iniciar un proceso de diálogo-negociación que resuelva el conflicto entre dos órganos de gobierno y que además sirva para el inicio de una negociación para el establecimiento de un Acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana, por la Educación, por el Empleo decente y la Superación de la Pobreza. Que se exprese en el Plan Quinquenal de Desarrollo.

El Salvador no se puede dar el lujo de perder esta oportunidad. Hay que convertir el limón en limonada.