El abuso del poder, la impunidad, la corrupción, los incendios donde se guardan pruebas, la denuncia de un sinfín de delitos son temas que ya cansa oír y seguimos hablando de ellos; gobiernos van, gobiernos están y gobiernos vienen y seguimos hablando de esos temas. Pero ¿por qué?

Hay un viejo dicho italiano que dice: “Chi lava la testa dell´asino, perde il tempo e perde il sapone” y eso en nuestro rico idioma español quiere decir: “Quien le lava la cabeza al burro, pierde el tiempo y pierde el jabón”.

Y es que, cuando no se quiere oír, no se oye; o como dice el título de nuestro artículo, en el rico idioma italiano: Non C’e peggiore cieco di chi non vuole vedere (No hay peor ciego que quien no quiere ver).

Aquí podemos pasar toda una década recomendando justicia, pidiendo justicia, aconsejando justicia, pero si perdemos el tiempo lavándole la cabeza al burro, si los que tienen que tomar las decisiones no actúan conforme a la ley, sino por otros intereses, nunca vamos a salir del agujero en el que nos encontramos, solo vamos a seguir perdiendo el tiempo y el jabón.

¿Cómo es posible que todos afuera nos demos cuenta de lo que es obvio?, todos vemos crecer, frente a nuestras narices, grandes nuevos capitales en personas que a todas luces, ni que fueran sobrinos del mismísimo Espíritu Santo, tienen la capacidad de lograrlo por méritos propios. Todos afuera sabemos lo que deben de hacer la Fiscalía, la PNC, la Corte de Cuentas, la Corte Suprema de Justicia, y se los gritamos, y se los exigimos y no se nos escucha, no hacen nada.

Sin necesidad de ser eruditos, la prensa bien puede entrevistar a cualquier ciudadano común, de a pie, de la calle y se sorprenderán de su capacidad de análisis, de percepción y de que aparentemente cuentan con un sexto sentido del que carecen aquellos obligados a cumplir la ley y a hacer justicia.

Nos hemos acostumbrado a asombrarnos de la capacidad, astucia y sagacidad de unos para robar, tanto como de otros para hacerse los suizos y voltear la mirada para otro lado.

Con solo decir que es una herencia, que tenía el billete de lotería premiado o que lo obtuvo gracias al sudor de toda una vida de trabajo, cualquier persona otrora descalza puede caminar tranquilamente por las calles del mundo vistiendo y calzando carísimas prendas; o de pronto, aquellos que vivían en las famosas y trilladas casas de cartón, cuentan con enormes propiedades sin que nadie, absolutamente nadie, se detenga a investigar los orígenes de esos dineros que todos afuera sabemos que en su mayoría, es más que obvia su dudosa procedencia.

La costumbre aquí es preocuparse más por ver cómo le arreglan el entuerto al culpable, como le tapan la marufiada, que por recuperar lo que le pertenece al país, al pueblo, a los hospitales y a las escuelas. Hemos llegado a oír atónitos frases como: “acepte que se lo robó y le damos menor castigo”; o una todavía peor: “como el fiscal dijo algo que no tenía que decir porque era reservado, entonces ya no hay caso y ya no hay culpables.” O “como se quemaron o desaparecieron las pruebas se cierra el caso”.

Si vamos a seguir lavando la cabeza del burro vamos a seguir perdiendo el tiempo y el jabón. Señores: Ya estamos cansados que nos vean la cara de ingenuos; por favor no traten de tapar el sol con un dedo, no pasa nada si imparten justicia correctamente; recuerden que se deben a la patria no a favores o intereses personales.

Es necesario que sienten precedentes, que a la gente le dé miedo robar, y a los que ya lo hicieron, obligarlos a que devuelvan lo que no les pertenece. No sigan premiando el delito burlándose del pueblo, de la justicia y de las leyes.

Non C’e peggiore cieco di chi non vuole vedere.