Con las celebraciones del Domingo de Ramos se inició formalmente la Semana Santa, que nos sirve para recordar la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Fue un domingo de Ramos muy peculiar, sin procesión por segundo año consecutivo debido a la pandemia, pero ya con celebraciones religiosas. Así serán también las ceremonias religiosas de Jueves y Viernes Santo, así como las del fin de semana.

Lamentablemente, el alto sentido religioso de esta época del año ha sido abandonado por una sociedad cada vez más secularizada y que da paso a unas vacaciones veraniegas donde abundan los vicios, las muertes violentas y los accidentes de tránsito. Las autoridades registran cada año más de un centenar de fallecidos durante la Semana Santa, entre ellos decenas de homicidios. Para desgracia de nuestra sociedad, estos números han venido creciendo año con año por diversas causas: la violencia delincuencial, el abuso del alcohol y el descuido de los padres hacia el cuidado de los hijos.

El recogimiento espiritual que deberíamos tener en esta temporada, entonces se convierte en luto y dolor por esos actos que están lejos del alto sentido religioso de la Semana Santa. Debemos reflexionar profundamente sobre el alto valor de estos días santos. Sabemos que el descanso es necesario, pero tenemos que estar conscientes que los abusos y desmanes traen consecuencias para nuestra salud, nuestra vida y la vida de aquellos que amamos.

A eso sumemos que por la situación de la pandemia, las aglomeraciones en las playas se prestan para contagios y es recomendable mantener los cuidados para evitar ser una estadística más de la pandemia.