Sin duda es una gran noticia que haya casi 22 mil personas recuperadas del covid-19. El país ha ido viendo una baja progresiva de casos pese a todos los temores reales e infundados que hemos tenido durante estos largos seis meses de pandemia.

Pero no hay que bajar la guardia. El incremento de casos detectados en la zona oriental es una muestra de que el virus está circulando y que un rebrote es potencialmente serio. Somos un país pequeño y los casos pueden circular rápidamente.

La economía ha sido duramente golpeada por la pandemia y ha habido una enorme pérdida de empleos debido a todo esto. La meta es irse recuperando poco a poco y enfrentar esta nueva realidad. Pero no hay que descontar el peligro al que nos enfrentamos, sino miremos España.

Los españoles se quitaron la mascarilla, fueron a los restaurantes, hicieron fiestas masivas y creyeron que la pandemia era “agua pasada”. Pero ahora enfrentan no solo una segunda ola sino también un nuevo confinamiento especialmente en algunas zonas de la propia capital española, Madrid. Los casos más frecuentes están entre los jóvenes que se creen que el covid-19 no los va a golpear tanto, sin tomar en cuenta que son también foco de contagio para sus padres y abuelos.

Yo sé que la vida tiene que seguir y no hay que dejarse vencer por el pánico, pero también hay que actuar con profunda responsabilidad. No sabemos cuando habrá una vacuna y para ser realistas hay que pensar en al menos un año más sin vacuna, así que la mascarilla es el único remedio que tenemos por el momento, el único objeto que nos puede impedir el contagio y no usarlo es poco sensato y absolutamente irresponsable.