Podríamos hablar de un sinfín de hechos y episodios lamentables que ya de por sí serían lo suficientemente trascendentales para siquiera tener el desatino y la desvergüenza de proponerse a la reelección, que van desde un pésimo manejo de procesos electorales en los últimos años, hasta una incapacidad de modernizar y llevar a un nivel más elevado la administración electoral y de la misma Justicia electoral. Pero a mi modo de ver –y no por parecer “parte interesada”–, por el terrible daño que le hicieron cuatro magistrados a la institucionalidad democrática del país –la anterior Sala de lo Constitucional cooperando–, fue la inconstitucional, ilegal, antidemoctrática y conspirativa cancelación del partido Cambio democrático, CD.
Como es ya de dominio público, la tarde-noche del miércoles 25 de julio del año pasado, las fuerzas y los poderes fácticos de este país tuvieron la capacidad de “torcer” la Constitución y la ley a su favor y de manipular la institucionalidad electoral de este país con el ex-profeso y festinado propósito de bloquear la candidatura a la presidencia de la República de Nayib Bukele, a partir de la cancelación de un partido político legalmente inscrito y que desde el punto de vista legal y constitucional no podía ser cancelado más que transgrediendo la ley y torciéndola. Y así lo hicieron.
Los conspiradores genuflexos, escogieron el último día en que el candidato Bukele anunciado, podía haber optado por otro Instituto Político para participar en las elecciones internas de un partido. Escogieron de una manera calculada, deliberada y dolosa, la última hora para que tal participación electoral no fuese posible y además decidieron quienes votaron a favor de semejante aberración jurídica, que hasta el siguiente día sería público, para evitar de esa forma la participación electoral de cualquier manera de Nayib, pero más bien, lo que estaban decidiendo era suplantar anti-democráticamente a los electores, a la gente, al pueblo, al soberano. Pero no pudieron, y no les funcionó la gran conspiración, que comenzó con una orden de ese grupito fáctico y oligárquico, a quiénes “cariñosamente” llaman “los financistas” de Arena, orden que dieron a esos magistrados genuflexos y vendidos para que cancelaran al partido que les estorbaba, para evitar con ello que fuera el soberano el que decidiera.
Viendo la oportunidad planteada y a cuál más oportunista, quienes perdieron las elecciones del 3 de febrero de este año, y hasta las internas de su partido –y que están por pasar a los “basurales” de la historia–, decidieron aprovechar dicha decisión y se sumaron, dándole la indicación a través de quién habla con él, para que se pusiera de acuerdo con los conspiradores y terminara de hacer la tarea pendiente. Él aceptó, y bien ejecutó. Y tal cual sofista pretendiendo parecer refinado, salió defendiendo lo indefendible, lo jurídicamente no aceptable, lo constitucionalmente despreciable, lo políticamente desviado y lo moral y éticamente aberrado. Y así justificando su actuación como “correcta”, se convirtió en instrumento de la conspiración y en ejecutor de la misma junto a los que accionaron el mecanismo.
Por esa razón y muchas más, hago un llamado a toda la organización social para que DE NINGUNA MANERA, DE NINGUNA FORMA, se vaya a permitir la reelección de ninguno de los cuatro magistrados del TSE que torcieron tan vilmente la democracia, e insto desde este momento que se haga una campaña sólida y sostenida para que no haya NINGUNA POSIBILIDAD en la Asamblea que ni lejanamente puedan ser REELECTOS y estemos claros que el lema de aquí en delante con relación a estos sinvergüenzas del TSE sea: ¡NO A LA REELECCIÓN!