El Reglamento Técnico Salvadoreño (RTS), que regula la calidad e inocuidad del agua para el consumo de la población, no busca detectar si el líquido contiene algas y toxinas, según indica un análisis del Laboratorio de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades).

La directora del laboratorio de Fusades, Flor de Mendoza, asegura que la normativa se queda corta debido a que fue adecuada para El Salvador desde las guías para calidad de agua potable de la Organización Mundial de Salud (OMS), pero no todos los países tienen los mismos problemas en relación al líquido.

“Son mejoras que habría que hacerle al reglamento considerando las realidades del país”, asevera de Mendoza.

Según la ingeniera, el reglamento debe incluir que los proveedores del servicio de agua como la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (Anda), estudien las posibles proliferaciones de algas y toxinas, debido a que estas pueden generar problemas de salud a corto y largo plazo.

Además, recomienda que las modificaciones en la normativa estén orientadas a la vigilancia de donde inicia el proceso de potabilización del líquido, es decir, que se tenga claro cómo está la calidad del agua para dar un tratamiento adecuado antes de distribuirla y que no llegue contaminada a los salvadoreños.

El análisis de Fusades, “Crisis del agua potable: una oportunidad para mejorar la calidad del recurso y su vigilancia”, también indica que los parámetros deben adherirse a la reglamentación porque las autoridades “No eran capaces de detectar el problema, pues la reglamentación no considera la medición de parámetros como presencia de algas y sus toxinas; además con parámetros como residuos de pesticidas, se establece que en condiciones normales se evalúen solo cada tres años”, dice.

Desde la segunda semana de enero, el Área Metropolitana de San Salvador recibió agua con mal olor, sabor y con color. El Gobierno dijo que había encontrado algas en la planta potabilizadora Las Pavas que terminaron siendo las causantes de esos cambios. El mismo Gobierno anunció que habría solucionado el problema aplicando 1 milígramo sulfato de cobre por litro de agua en la planta Las Pavas.

 

¿Sulfato la solución?

El documento de Fusades también advierte que los parámetros y las frecuencias de control del agua “no nos permitirán conocer con exactitud si la solución declarada por las autoridades -uso de sulfato de cobre- garantiza que no quedan residuos de toxinas o del mismo sulfato por arriba de lo permitido, a fin de que este no sea una amenaza a la salud de las personas”.

Sin embargo, para el químico farmacéutico Carlos Buendía, del Centro de Investigación y Desarrollo en Salud (Censalud) de la Universidad de El Salvador (UES), no es necesario que el reglamento incluya estudios de algas y toxinas porque Anda es una institución que tiene especialistas, recursos para potabilizar y dar solución a los problemas del recurso hídrico.

 

 

Las Pavas tiene su manual: ANDA

 

Al consultar sobre la postura de Fusades, la unidad de comunicaciones de Anda explicó que la planta potabilizadora Las Pavas tiene su propio manual de procedimientos que sí contempla el parámetro de las algas y las toxinas. Agregó que cada hora se hace un análisis de calidad de agua en tres puntos de la planta: la bocatoma, después de la filtración y a la salida de la plata.

Agregaron que ese manual se deriva de toda la estructura de planificación de la autónoma. Diario El Mundo preguntó si no toman en cuenta el Reglamento Técnico Salvadoreño para la calidad de agua, y la Anda respondió que sí la toman en cuenta “pero la calidad que se norma es en red”.

“A la salida de un pozo se puede decir que el agua está con cloro puntitos arriba de la norma, pero mientras eso se transporta en la red al llegar a la primera vivienda se pierde el cloro. Entonces hay cálculos dependiendo de las longitudes de traslado del agua”, dijo la autónoma.