En el artículo anterior, comenté algunos problemas que, desde el punto de vista de la población afectada, han estado incidiendo durante el proceso de la primera cuarentena impuesta por el presidente Nayib Bukele. Tal imposición ha estado amparada desde un inicio, a las recomendaciones que brinda la Organización Mundial de la Salud OMS en el país, entre las cuales se destacan las siguientes.

  • • El confinamiento de las personas en sus hogares y, por tanto, el cierre de muchas empresas comerciales y de servicios, cuyo futuro es hasta hoy incierto.

  • • Se impuso, además, la retención de viajeros que ingresaban al país, sin mayores explicaciones y sin contar en ese momento con un protocolo que permitiera depurar aquellos casos que bajo “sospecha”, pudieran traer consigo el virus.

  • • La tercera imposición, consistió en la captura y confinamiento de todo aquel que por diversas circunstancias se encontrara en las calles al momento de entrar en vigencia las medidas, sin que, para ello, se realizaran igualmente, las pruebas suficientes que permitieran depurar a la población.


Así las cosas, se vinieron sucediendo tantos casos y reclamos, por parte de los afectados, que dieron la pauta para que tanto la Corte Suprema de Justicia, como otras instancias defensoras de los derechos humanos, se pronunciaran públicamente sobre diversos casos demandados, que por supuesto, no hicieron eco en el Presidente, teniéndose como resultado, varias personas fallecidas.

Para mitigar las reacciones de resistencia de la población, se desarrolló de forma paralela, la entrega de $300.00, a un millón quinientos mil ciudadanos, cuya selección aún se encuentra en duda, por los mecanismos empleados. Otra buena noticia fue, que se nos permitió salir uno por familia para abastecernos de alimentos y medicamentos y para realizar gestiones bancarias o pago de servicios básicos.

Uno de los problemas suscitados, durante la entrega de los $300.00, fue el hecho de ver aglomerados a cientos de personas en las entradas de las diferentes agencias bancarias a nivel nacional. Esto puso en evidencia otro problema del país: el nivel de pobreza de mucha de nuestra gente, urgida por el tan ansiado regalo que por lo menos durante ese momento, se olvidó de la sentencia del presidente de poder llegar a contagiarse. Aunque el presidente justificó la acción como error craso en la forma de entrega, ésta no fue suficiente para que durante los días subsiguientes se vieran siempre abarrotadas las calles en contradicción a la orden emitida de no salir para evitar el contagio.

La experiencia vivida, obligó al gobierno, a cambiar de estrategia; ahora, la más reciente iniciativa ha consistido en la entrega de bolsas de víveres para suplir necesidades de alimentación para casi dos millones de personas. La novedad en esta nueva ayuda, es que se contará con la ayuda de las 262 alcaldías municipales. Ojalá y se agregara al menos una dotación de mascarillas profesionales que tanta falta hacen ahora que el precio anda por las nubes.

Con el incremento de casos de contagio y muertes, de quienes no se habla nada más que en números, el confinamiento y el cierre de comercios y servicios, continúa en aumento, a pesar de las críticas y demandas interpuestas ante la Corte Suprema de Justicia, a las cuales el presidente, categóricamente ha manifestado no cumplir por el bien del pueblo. A ese irrespeto se suma el permanente estira y encoge entre el Gobierno y la Asamblea Legislativa, que termina al final, con la aprobación de las prórrogas solicitadas.

El caso más reciente y resentido por el gobierno, ha sido la renuncia de cinco miembros del comité especial de empresarios y académicos, nombrados por la Asamblea Legislativa, cuya función estaba orientada a garantizar la transparencia de los fondos ejecutados por el Gobierno y de los cuales, según manifiestan, nunca recibieron la información o se les hizo a un lado en la toma de decisiones.

Así las cosas, tal parece que la estrategia OMS-OPS, está dando resultados en El Salvador; pues lo que sucede en el país en términos de Pandemia o Coronavirus, no es más que la replicación de lo realizado en diversos países en los cuales, la tendencia al incremento de contagiados y muertos continua, mientras que la economía y servicios se vienen a pique, sumado al desempleo y a las enfermedades psicosomáticas y agresiones físicas que ya están dando de qué hablar en muchos hogares, resultado del confinamiento.

Ahora, el país se encuentra ante la incertidumbre de que se apruebe o no, la continuidad de la Ley de Emergencia Nacional, siempre bajo el criterio presidencial de preservar la vida ante el crecimiento de casos de contagio y de muertes y de que si salimos a la calle, nosotros mismos seremos culpables de nuestro propio destino.

Si bien, el presidente justifica que la reducida cantidad de contagiados y muertos, ha sido generada por su pronta y atinada actuación, es mi deber, como ciudadano responsable, comentarles que, al analizar las estadísticas; con cuarentena, o sin cuarentena, el número de contagiados seguirá creciendo y solo se reducirá si se cambia la estrategia de “IMPOSICIÓN por la de “PREVENCION”, de la cual muy poco se ha recibido del gobierno.

Bajo la estrategia de PREVENCIÓN, lo primero que se enseña a manejar es a reducir el temor ante el contagio, seguido del uso de los implementos básicos, como las mascarillas y el líquido. En estas condiciones lo que corresponde al gobierno es velar porque todos cumplamos con lo establecido. Por supuesto, que habrá siempre quienes se rebelen contra las disposiciones, entonces es el momento de aplicar la ley.

Para información de todos, la medida de confinamiento y la estrategia de generar temor en la población, es debido a la falta de infraestructura y recursos logísticos suficientes, con los que no se cuentan en el país para hacerle frente a la masa de contagiados que se sucederían de no contar con este tipo de medidas. Sin embargo, no es con miedo ni imposición de confinamiento que se reducirá, sino con educación y cultura. Y de esta muy poco se ha tenido.

Ciudades como Suecia, Vietnam, Taiwán, Ucrania, Nueva Zelanda y aún parte de España, muestran al mundo sus vivencias y motivan a sus habitantes a crear una nueva cultura en el cuidado personal, familiar y social.

Si hacemos un recuento de todo lo sucedido hasta ahora, en ningún momento ha existido preocupación por parte del gobierno, de dotarnos de mascarillas adecuadas; ha sido tarea de cada quien, buscarlas o confeccionarlas, por el mismo temor infundado de poder contraer el virus. Ojalá y que en las bolsas de víveres se pudiera contar al menos con una dotación de mascarillas profesionales.

Ahora ya hemos aprendido a prevenirnos… ya hemos visto como tanta gente que circula por las calles, portando su mascarilla y guardando el distanciamiento social, ha logrado sobrevivir a esta serie de imposiciones que más que ayudarnos, nos ha mantenido en la incertidumbre de saber hasta dónde llegaremos.