Este 8 de marzo no es una fecha en que las mujeres tengan algo que celebrar, en realidad este día nosotras conmemoramos las luchas de las compañeras que decidieron salir la primera vez a tomarse las calles y protestar por la falta de condiciones dignas en sus lugares de trabajo, esta lucha se fue transformando en la medida que se daban pequeños pasos en la búsqueda de la igualdad, así transitamos de exigir derechos laborales, a pedir derechos civiles, derecho de custodia sobre nuestros hijos e hijas, pasamos por el derecho al voto, seguimos avanzando por el derecho a una vida libre de violencia y acoso, llevando junto a todo esto la lucha por la autonomía de nuestro cuerpo.

La lucha de las mujeres por la búsqueda de la igualdad y la no discriminación sigue siendo ardua, a pesar de que pareciera que hemos avanzado mucho, al hacer el recuento de los daños nos damos cuenta de que no hemos logrado progresar lo suficiente como para garantizarle a nuestras hijas un mundo más justo para ellas.

Todavía estamos luchando porque puedan salir a jugar sin el temor de recibir acoso en la colonia o barrio -que un magistrado llegue y la manosee con total impunidad-, continúa la lucha porque si logramos mandarlas a la universidad todavía estamos enfrentadas a un sistema que las acosa en los campus universitarios, donde desde catedráticos, decanos, instructores y los mismos compañeros de carrera agreden y violentan a nuestras hijas, universidades que carecen de protocolos que no sean revictimizantes para atender este tipo de denuncias, si logran terminar sus carreras universitarias se enfrentan a un mercado laboral donde sus salarios serán inferiores en casi un 20 % al de los hombres por el mismo servicio, si se casan están expuestas a ser sometidas por sus parejas y no necesariamente a golpes, sino a micro machismos que son pasados por alto en la sociedad, que los normaliza y justifica.

Ser mujer es difícil en general, pero en estos países subdesarrollados es toda una odisea, cada día es una lucha constante, cada espacio donde estamos es territorio conquistado y aún habiéndolo tenido hace ratos sigue siendo zona hostil, un ejemplo claro son las mujeres en política y el periodismo de investigación que están sometidas a ataques mucho más viscerales que los hombres, que son atacadas por todo y nada, mujeres como Thanya Pastor, Karen Fernández, Mariana Belloso, Janet Aguilar, Celia Medrano, Nayda Acevedo, Julia Evelyn Martinez, Sulen Ayala, Milena Mayorga, Felissa Cristales, Cristina Cornejo, Loreña Peña, Erika Saldaña entre otro montón de mujeres son las que han sido atacadas sin piedad de las maneras más degradantes, pero siguen ahí en pie y luchando, porque nosotras no nos rendimos.

No puedo nombrarles a todas pero nuestras defensoras anónimas que están organizadas están en la Colectiva Feminista, en la Colectiva Amorales, en las Red de Defensoras Salvadoreñas, en la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos, en Cemujer, en Ormusa, en otras tantas más y sin duda no podemos olvidar a nuestras activistas independientes, todas ellas son las que siguen luchando, ese puñado de mujeres lindas, libres y locas, esa es mi manada, este 8 de marzo se tomarán las calles y los espacios públicos de forma pacífica para reclamar al Estado y la sociedad que nos siguen matando, violando, agrediendo y acosando, que la sociedad observa de manera pasiva y normaliza, justifica, explica y guarda silencio, que el Estado observa y deja pasar, que aún no hay compromisos reales con 53 % de la población, que va más allá de nombrar mujeres en el gabinete, se trata de que las políticas públicas nos incluyan de manera integral y sin etiquetas.

Este 8 de marzo, nos tomamos las calles y escucharemos muchos reclamos sobre todo de hombres que nos descalifican, pero sobre todo que nos tienen miedo, porque nosotras no les tenemos miedo.