Los nubarrones sobre las previsiones económicas de El Salvador continúan oscureciendo nuestro futuro. La Comisión Económica para América Latina (Cepal) mantenía el miércoles su previsión económica para El Salvador de una contracción de -8.6 % en 2020 debido a la pandemia del covid-19.

La cifra confirma los temores de que el 2021 será un año muy duro en términos económicos debido a la pandemia y a la difícil recuperación que tendremos. Si a eso sumamos que es un año electoral, que usualmente causa incertidumbre y contracción económica, entonces el problema es aún mayor.

La Cepal advierte que la economía estará afectada por una “alta incertidumbre” relacionada con el riesgo de rebrotes de la pandemia, la agilidad para producir y la distribución de la vacuna.

Hay que tener algo claro. La única forma de recuperar la senda del crecimiento económico es atrayendo mayores inversiones nacionales y extranjeras. Ante la precaria situación fiscal que sufrimos, eso solo es posible de parte de la empresa privada que arriesga su dinero para invertirlo en el país. Por eso es vital crear un ambiente de certidumbre, de reglas claras, de seguridad jurídica.

Es vital reducir el nivel de confrontación política y con los empresarios privados y sus gremiales. Por el contrario, los puentes de entendimiento son esenciales para crear un clima de negocios positivo para los empresarios locales y que los inversionistas extranjeros que vean en El Salvador un destino seguro e ideal para sus negocios. Esa es la única forma. La empresa privada y el consumidor son quienes sostienen al Estado con sus impuestos y a más inversión, habrá más empleo y mayor recaudación. La fórmula es clara.