Más de 94 millones de personas infectadas y más de dos millones de muertes. Esa es la efectividad letal del nuevo virus SARS-CoV-2 hasta el día de hoy. El virus reta continuamente a los científicos, sanitarios y políticos, en una carrera por su supervivencia que lo obliga a cambiar su estrategia. Miles de mutaciones, un continuo experimento a niveles moleculares, un universo ajeno a la mayoría de todos nosotros, pero al cual el virus desesperadamente se aferra, para en su afán de sobrevivencia, vencer todas y cada una de nuestras armas para combatirlo. Su ultimo éxito, las variantes del Reino Unido Y Sudáfrica. Todo parece indicar, que algunas mutaciones lo han convertido en un ente con mayores capacidades de transmisión. En promedio, durante las últimas semanas, estamos viendo más de medio millón de casos por día.

Pero, y será que podríamos ser nosotros más inteligente que él, ¿y vencerlo en su propio juego?

Una de las tácticas del SARS-CoV-2 para vencer al sistema inmunológico es replicarse velozmente, pero allí también está su talón de Aquiles. Mutagénesis letal, es un término conocido por los virólogos, que se entiende como aquellos cambios genéticos que generan mutaciones pero que producen en realidad errores en las secuencias genéticas, por lo que los virus pierden efectividad cuando han mutado muchas veces. Esteban Domingo, un virólogo español que fue uno de los principales científicos que demostró que los virus ARN cometían errores al multiplicarse, sostiene la hipótesis que un exceso de nutaciones hace que las proteínas sintetizadas por el virus tengan tantos cambios que no funcionen bien. En otras palabras, el virus cambia tanto que llega un momento que estos cambios producen su destrucción.

Se sabe que una particularidad innata de los virus ARN, como el virus de la gripe, el Ébola o la covid-19, es una tendencia extremadamente alta a experimentar mutaciones. Por ser virus pequeños, al contrario de los virus ADN, pueden soportar un numero 10,000 veces mayor de mutaciones. Pero esto, también puede ser un arma de doble filo. Al mutar rápidamente, los virus ARN se acercan peligrosamente a la máxima cantidad de mutaciones que pueden tolerar, explicó el Dr. Armando Arias. Se aproximan a lo que se conoce como umbral de error: la tasa máxima de mutaciones que un organismo dado puede acumular. El virus del covid-19 se arriesga continuamente con cada mutación a autodestruirse, y esto es lo que se conoce como mutagénesis letal.

La idea de aprovecharse de este tendón de Aquiles del virus es que podríamos intentar en darle un empujoncito y hacerlo que la velocidad de mutación aumentara por ejemplo en unas diez veces más, y con esto hacer que el 99.9% de la población sea no viable. O sea que este nuevo virus producto de miles de mutaciones no pudiese poder seguir transmitiendo su información genética y seguir infectando. El Dr. Domingo lo explica de la siguiente manera. “Mutar hasta morir significa que un exceso de mutaciones hace que las proteínas sintetizadas por el virus tengan tantos cambios que no funcionen bien”.

¿Pero cómo podríamos acelerar el ritmo de frecuencia en la mutación de un virus? ¿Es posible?

En la última década se han desarrollado fármacos que aumentan los errores de los virus durante su replicación, pero no los errores en las células de los organismos hospedadores, señaló Domingo.

Uno de esos fármacos es el favipiravir. El medicamento tiene diferentes mecanismos de acción y uno de ellos es la mutagénesis letal, que el fármaco causa “engañando” al virus para que produzca más errores. Este medicamento es utilizado en Japón en el tratamiento de la influenza, y también ha habido estudios en humanos en el tratamiento del Ébola. Actualmente, se está realizando algunos estudios siguiendo esta línea para el tratamiento del covid-19. Actualmente hay dos estudios publicados con resultados muy alentadores con el virus SARS-CoV-2, que han estimulado la continuación de otros estudios que pudiesen brindar más información sobre la posibilidad de utilizar esta estrategia de tratamiento en la lucha contra la pandemia. La mayoría de los expertos, coinciden que, el mundo necesita desarrollar un tratamiento que permita manejar con mayor eficiencia y efectividad esta emergencia sanitaria.