En algún momento del año pasado, la Fiscalía General de la Republica (FGR), por boca de su titular señaló que era posible que Samurái, el agente policial señalado como el principal sospechoso del asesinato de la también agente policial Carla Ayala, haya formado parte de una estructura delictiva que operaba en el oriente del país.

Ahora ha saltado la liebre: la FGR con el acompañamiento policial dieron con esa estructura, y resulta que están involucrados en una compleja red de sicariato el padre de Samurái y uno de sus hermanos, de acuerdo a las informaciones iniciales.

Y aún más: se está adelantando la hipótesis de que Samurái era el jefe de esa estructura delictiva.

Si ha de creerse esto de que Samurái encabezaba todo ese tejido, pues en lugar de alumbrarse el camino, se oscurece.

Porque el caso Carla Ayala, con esta información daría un giro espectacular.

Meses atrás, el juez Sexto de Instrucción de San Salvador, que se tomó el tiempo para reconstruir los hechos, había señalado que quizás había otra hipótesis: Carla fue asesinada por su trabajo en el área policial de investigación disciplinaria y quizás indagaba en torno a la actuación de elementos del Grupo de Reacción Policial (GRP).

Por supuesto, tanto la FGR como las autoridades policiales no se inclinaron por lo sugerido por el juez Sexto de Instrucción de San Salvador.

Con estas nuevas capturas, y donde aparece Samurái como la cabeza principal de la red delincuencial, habría que volver al principio.

Quizás el juez se equivocó y los jefes policiales de entonces tenían razón; es decir, Carla no investigaba nada, porque las autoridades policiales sabían cuáles eran sus tareas, y a esa fiesta del 29 de diciembre de 2017 en el local del GRP había llegado por su cuenta y riesgo (aunque invitada por el que era en aquel momento el jefe del GRP, con quien habló esa noche, pero nadie dice de qué).

La intuición del juez no es, sin embargo, descabellada. Porque ahora se sabe que hay expedientes judiciales en contra de miembros del GRP (¿y había procesos internos dentro de la PNC que tuvieran al GRP como objetivo?).

El hecho contundente de haber disuelto esa unidad de elite, después de la circunstancia donde desapareció Carla Ayala, vendría a confirmar que en el GRP las cosas andaban mal.

¿Y al disolver el GRP se resolvía la cuestión? Claro que no.

¿Y al identificar a Samurái como el jefe de una estructura delincuencial en Usulután y San Miguel se resolverá el caso Carla Ayala? Sí y no.

Sí se resuelve el caso Carla Ayala en tanto hecho individual, ya que ahora podrán decir, sí, Samurái fue, y para huir se ayudó de su estructura delincuencial.

Pero no se resolverá el caso Carla Ayala en tanto hecho social significativo que desvela la grave bancarrota institucional en la que se encuentra una las instancias más importantes del país, como es la PNC.

Esta es solo una de las pequeñas aristas resultantes del horripilante baño de sangre que vive el país desde hace muchos años y que ha tenido a la PNC como punta de lanza.

Cuando alguien recapitule, con seriedad y responsabilidad, todas estas décadas sangrientas después de 1992 (al cerrarse el capítulo de la violencia política), pues saltarán al centro de la pista todos los equívocos de las políticas públicas, y no solo las de seguridad, y aparecerá de cuerpo entero y sin maquillaje el cancerbero de la violencia social.

En el caso Carla Ayala ha habido muchas omisiones, mentiras, verdades a medias, ocultamientos, opacidades e impericia de los involucrados en los hechos y también de las autoridades encargadas de indagar el asunto.

Por ejemplo, se ha señalado que al exjefe del GRP se le cuestiona por qué no hizo nada para capturar a Samurái, y eso que este regresó al local del GRP dos veces, una con Carla Ayala en el asiento de atrás (¿herida o muerta?) y la otra, solo, para después desparecer de las narices policiales hasta el día de hoy.

Su irresponsabilidad no solo es esa. ¿Y quién invitó a Carla Ayala a esa fiesta? Él. ¿Y quién conversó con Carla Ayala esa noche? Él. ¿Y quién autorizó esa fiesta? Él. ¿Y quién conocía de los antecedentes de Samurái dentro del GRP? Él. ¿Y quién estaba obligado a informar al jefe de la PNC para alertar a la corporación y a la Fuerza Armada, inclusive, de lo que pasaba? Él.

Ahora hay nuevas piezas del rompecabezas, habrá que esperar lo que sucede.