¿Cuál es el significado de victoria? ¿Cuál es el significado de derrota?, y lo digo en términos muy generales, sociales, más allá de la política, aunque al final todo termina en lo político en una sociedad medianamente organizada. ¿Podemos hablar de conflicto político en términos de la organización social? Es que hasta la pregunta huelga, es poco menos que impertinente, es que el conflicto es inherente a la organización social, toda vez que el orden económico implica a posteriori, el conflicto planteado, un conflicto que se vive y se pelea descarnadamente, brutal, despiadadamente entre los asociados, pues está a la base de la economía misma la lucha por los siempre limitados recursos disponibles en una sociedad, y como todos quieren todo y no hay de todo para todos, se lucha a muerte por obtener dichos recursos.

Ahí aparece la política, al menos la que tiene que ver e implica, que el conflicto se va a encausar sobre reglas mínimas, de manera tal que las victorias políticas estén legitimadas por la observación de estas reglas para lograrlas y porque dentro de este marco regulatorio se pudo ser más habilidoso para lograr tales victorias. Al surgimiento de ese marco regulatorio se le conoce como el Derecho y de la voluntad que emana se le llama el Estado, ambos por delegación expresa de ese núcleo basal de la voluntad de todo que en occidente le llamamos el “soberano”, y a esa potestad le llamamos “el poder”. Así pues, el Estado es el poder políticamente organizado, y el Derecho sería el poder normativamente expresado, al final del día, es esa misma idea, tan abstracta y tan concreta a la vez, la del poder. Una vez ocurrido esto, podemos decir que el conflicto se encuentra más o menos administrado, pues si se ventila el conflicto a través de esas reglas emanadas desde el Estado -que esta constituido para ello a partir de su constitución por parte del soberano-, entonces está legitimado cualquier resultado, aunque el perdedor amargamente no logre obtener -o en poca medida- satisfacer sus intereses económicos, c’est la vie en la vivencia y el desarrollo del conflicto social, siempre presente, inacabado e inacabable.

Pero sin pretender hacer de esta columna una expresión de profundización de la teoría política más fundamental, a lo que me quiero referir es que existen ciertos momentos o acontecimientos sociales que le pueden y casi forzosamente deben ponerle pausa a esa descarnada lucha existente entre los conflictuados sociales, quienes sean éstos, se identifiquen de tal o cual forma en cada sociedad, pero casi siempre definidos por el criterio económico del ingreso -en una aplastante mayoría de veces la posición radical de clase define la ideología del individuo-, pues son acontecimientos que “sacuden” los fundamentos básicos de lo humano y amenazan la propia existencia tanto colectiva como individual.

Acontecimientos tan trascendentales y tan excepcionales que trascienden los intereses económicos de los conflictuados, porque amenazan la existencia física de los asociados, el interés primario de lo humano: el de la supervivencia, la vera vita.

Nos encontramos hoy día con la crisis epidemiológica más terrible, compleja y letal de nuestros tiempos, sí, que se vuelve magnificada por la globalización en que vivimos y la interconexión social en la que nos encontramos en el plano internacional, la de una pandemia viral que nos ha puesto casi al borde de los límites de la reacción social tanto como ante los límites de la muerte misma.

En otra ocasión abordaré el análisis de las causas explicativas de la dimensión que este fenómeno ha adquirido, producto del tipo de sociedad post-moderna que tenemos, pero lo cierto es que sea como sea, la única forma en que podemos salir delante de esta hecatombe de salud, que a la vez tiene también características de hecatombe social, es a partir de la unificación de esfuerzos y acciones para hacer lo pertinente para salvaguardar el más fundamental de los valores: el de la vida.

En el entendido que tenemos nuestras diferencias políticas, que nos encontramos en la disputa acre del poder y aceptando que tenemos hasta la intención de eliminarnos políticamente, más allá de esa franqueza de realidad, pongamos de lado esas diferencias y unifiquemos esfuerzos, ya habrá tiempo y fuerzas para seguir adelante con la lucha, tengan seguro que así será, pero hoy por hoy la ecuación es simple: O unificamos esfuerzos para salir victoriosos de esta pandemia o nos morimos buena parte de nosotros, tengo la impresión que la decisión es obvia…