Después de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992 ningún gobierno se preocupó para brindar educación en la cultura de la paz, se buscó desde el primer momento desacreditar éste hecho histórico pasando por los militares que posteriormente se vieron vinculados en el Informe de la Comisión de la Verdad “De la locura a la esperanza” negando a “pie-juntillas” las masacres que ocurrieron durante la sustanciación de la guerra civil, junto a ellos la oligarquía también ha negado que ellos fueron parte del sistema que generó las condiciones para mantener y profundizar las desigualdades estructurales las cuales generaron el caldo de cultivo que logró levantar en armas a una generación que les hizo la guerra.

Un pecado que arrastran principalmente las administraciones areneras es la falta de voluntad de educar en las aulas a las siguiente generaciones para que supieran cuáles fueron las condiciones que generaron la guerra civil, cómo se generó el proceso de paz, por qué éste fue un modelo para el mundo, reconocer los avances que se tuvieron gracias a esta negociación, cuáles fueron las grandes reformas a la Constitución, debieron al menos leer el Informe de la Comisión de la Verdad para que estos hechos no quedaran en el olvido y que no vuelvan a darse, conocer la historia de tu país a profundidad para que no se repita.

La falta de voluntad para la educación en el tema la guerra civil salvadoreña lo que consiguió entre otras cosas es que todavía en estos años los otrora todo poderoso líderes de la ignominiosa “Tandona” sigan negando cada acto cometido y/o justificando sus acciones con total soberbia e impunidad, incluso siguen rindiendo honor a los peores genocidas de Latinoamérica, pero junto a ello se privó a varias generaciones de conocer la historia de su propio país perdiendo la gran oportunidad que estos amen el silencio de las armas, que sepa utilizar y proteger el principal beneficio de esos años sangrientos nos dejaron y es nuestra libertad de expresión, pensamiento y conciencia, protestar en las calles, hablar en las diferentes plataformas existentes con total tranquilidad sin tener miedo que un grupo de “escuadrones de la muerte o la mano blanca” te llegue a sacar de cama a media noche y posteriormente con suerte tu familia encuentre tu cuerpo con signos de tortura en la zona del playón.

La irresponsabilidad con la cual varios funcionarios se han referido a los eventos que se conmemoran este 16 de enero, no deja sin lugar a duda que ellos y ellas son producto de un sistema educativo de 30 años que no formó a las nuevas generaciones en el conocimiento de su historia y su respeto a la misma, la ignorancia es atrevida y eso explica la cantidad de declaraciones lanzadas en estas últimas semanas.

La decisión que tomaron hace tres décadas de invisibilizar la historia, ocultarla y dejar en ignorancia a casi cuatro generaciones de salvadoreños hoy pasa factura a la sociedad, con adultos que no valoran lo que dan por sentado que son sus derechos, el silencio de las armas, la libertad de protesta y expresión, tres derechos que no hace un par de décadas no eran para todos los que vivían en este país. Otra de las víctimas más visible de esta decisión es que los veteranos y los excombatientes siguen en el abandono institucional y sin pensiones y/o indemnización y son engañados en cada elección para que brinden apoyos electorales a uno u otro bando.

Ojalá no se confundan, porque no se trata de venerar a ninguna figura como héroe, pero si reconocer que en un momento histórico toda una generación tomó la decisión correcta, siendo esto así esta gente merece sus indemnizaciones y apoyo estatal, espero que finalmente lo hagan y tanto los excombatientes como los veteranos de la guerra civil reciban el apoyo institucional que merecen, también espero que limpien la lista de las personas a beneficiar, lo correcto es utilizar la lista de desmovilizados que levantó Naciones Unidas, espero se les ilumine a los actuales dirigentes y la soliciten a la ONU.

La conmemoración de los Acuerdos de Paz ha sido mal enfocada pensando que hay que hacerle homenajes a los firmantes, que digamos deben ser mencionados por la capacidad de sentarse a negociar, pero sin olvidar que los norteamericanos ejercieron la presión necesaria para obligarlos a firmar aquel 31 de diciembre, al margen de ello, que no se nos olvide que estos hechos se deben conmemora para las nuevas generaciones, celebrar al pueblo que sobrevivió y al que se le debe garantizar que esto no vuelva a suceder pasando porque se deben erradicar las condiciones previas a la guerra, como la desigualdad, exclusión, falta de oportunidad y de espacios democráticos, falta de transparencia, institucionalidad débil, ese debe ser el espíritu que nos permita convivir en armonía en este pedacito de tierra que nos ha tocado para vivir.

El compromiso es con las nuevas generaciones, enaltecer la verdad, la justicia, la reparación, garantía de no repetición, aprender que negar lo sucedido no ha servido de nada y ha generado una cultura de impunidad.