Actualmente, con toda seguridad podemos afirmar un par de enseñanzas que el expresidente de los Estados Unidos(1981-1989), Ronald Reagan, recalcó en su momento: que la primera obligación de todo gobernante y equipo es proteger a la población, no dirigir sus vidas; así mismo que la historia nos enseña que la guerra comienza cuando los gobiernos creen que el precio de la agresión es barato y por supuesto que no hay respuestas sencillas, pero sí hay respuestas simples: tener el coraje de hacer lo que sabemos que es moralmente correcto. Por consiguiente, ¿qué implica esto? No ir en retroceso; sino para adelante, sin ejercer liderazgos que conlleven a ello, en los que muchas veces pueden existir secretos culposos, para que el dirigente pueda estar a salvo.

A nivel mundial, hay claramente un panorama gris(por no decir negro, porque hay cosas buenas). El poder político, económico y social en vastos casos opera verticalmente, volviéndose cada vez más apetitoso e incluso vicioso, para quien lo ejerce. A partir de ese punto, florecen las tácticas de bullying e intimidación para los pueblos y países hermanos, que vienen de mentes débiles con conflictos ideológicos, los cuales en cuestión de segundos desembocan en guerras automatizadas con territorios hostiles.

Otra interrogante es: ¿estamos realmente en guerra? Sí, lo estamos, debido a que no somos ajenos a la situación y consecuencias de la guerra continua en Rusia y Ucrania, los hemisferios de Corea, Medio Oriente: Palestina e Israel, Siria, Irán, Afganistán y demás, por mencionar algunos de los más relevantes.

Las sombras de la Segunda Guerra Mundial han tomado lugar en el presente: administraciones exiliadas, invasiones, raptos, tropas enemigas, ofensivas sorpresas, escasez alimentaria y encarecimiento exagerado de alimentos para países desarrollados y en vías de desarrollo como: lácteos, trigo, maíz, cebada, entre otros; control de ciudades, corredores humanitarios, uso de fuerza militar en formas extremas, armamento de gases mortales, trampas explosivas subterráneas y a la intemperie, fosas comunes post-ataques y muy tristemente: bunkers. ¿Bunkers? Sí, bunkers: construcciones de hierro, hormigón y otros materiales sumamente resistentes a impactos externos como bombas, que funcionan como protección recóndita y en su mayoría en subsuelo.

“ATLAS: SURVIVAL SHELTERS”, la compañía constructora más grande en Estados Unidos de bunkers desde hace 11 años, con sedes también en Europa, ofrece estas edificaciones de $40,000 a 1 millón de dólares aproximadamente. Hoy en día, la compra proviene principalmente de Ucrania y Polonia. El tamaño estándar de un búnker es de 3 metros por 12 metros e incluso ofrecen bunkers tipo casas, que son los que se construyen normalmente; con el fin primordial que sirvan de albergue de supervivencia. Los bunkers de la Segunda Guerra Mundial eran utilizados por los líderes supremacistas y su contraparte. En la época de 1938 a 1945, las estaciones de trenes fueron y han sido una especie de refugio como tal. Estos resguardos se adquirieron y se han solicitado por anticipado, aunque usted no lo crea.

Consigo, la violencia está en curso, hay mucha hambre en Perú, se ha disparado la obtención de armas militares; al otro lado del mundo, en Sri Lanka, país al sur de la India, hacen falta el 80% de suplementos médicos, traumas masivos a gran escala como las guerras mundiales del siglo pasado; en Pakistán, según sus autoridades, la economía está al borde del colapso y aunque parezca irracional, la típica costumbre de tomar té entre los pakistaníes se ha reducido de 1 a 2 tazas al día, mientras importan la suficiente materia prima y no se disparen los precios de los ingredientes.

Por lo tanto, los líderes y todos los involucrados con ellos, deben ir rompiendo esa delgada línea entre el pasado y el presente; porque tal como lo afirma Simon Sinek, escritor inglés, ¨el liderazgo no consiste en estar al mando, sino en cuidar de las personas a su cargo¨.