Opositores nicaragüenses se movilizaron este miércoles en Managua para protestar por la represión y detenciones sufridas en el último año, desde el inicio de las manifestaciones contra el gobierno de Daniel Ortega, pese a que la policía les impidió marchar y fueron denunciados nuevos arrestos.

La jornada, en la que la oposición denunció la detención de al menos 67 manifestantes, se dio en momentos en que Estados Unidos aumentó también su presión sobre el gobierno con nuevas sanciones del Departamento del Tesoro contra Laureano Ortega Murillo, hijo del mandatario y la vicepresidenta Rosario Murillo.

El hijo de Ortega es el segundo miembro del clan familiar objeto de sanciones, además de Murillo y otros cinco allegados al gobernante.

"Libertad para los presos políticos", "democracia sí, dictadura no", "el pueblo unido jamás sera vencido", gritaron manifestantes en grupos dispersos sobre la ruta donde inicialmente se iba a realizar la marcha "Todos somos abril" para conmemorar el aniversario del estallido de protestas para pedir la salida de Ortega, que dejaron centenares de muertos y detenidos.

Los manifestantes, en grupos de entre 100 y 200 personas, quedaron atrapados en varios puntos por antimotines y fuerzas especiales de la policía que mostraban sus fusiles y hacían sonar las sirenas de las patrullas.

Uno de los puntos donde se concentró la tensión fue en los alrededores de la Catedral de Managua, donde cientos de manifestantes buscaron refugio para evitar ser arrestados.

Al menos 67 personas fueron detenidas en la capital. Entre ellos, el periodista Abixael Mogollón, de la plataforma digital Artículo 66, mientras hacía una transmisión en vivo, según datos de la Articulación de Movimientos Sociales.

La policía dijo, sin embargo, en una nota de prensa que "no hubo ni incidentes ni detenidos".

- "Despliegue policial desproporcionado" -
"Hemos visto un despliegue policial desproporcionado, no nos han dejado ejercer nuestro derecho a la manifestación", dijo el dirigente estudiantil Max Jerez.

"No nos vamos a inmovilizar por el miedo porque no podemos. Hace un año fuimos protagonistas en la calle y vamos a salir nuevamente", dijo a la AFP la universitaria Dolly Mora, de la coalición opositora Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), que organizó la protesta.

La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), que agrupa a empresarios, estudiantes y la sociedad civil, rechazó "el asedio" policial a manifestantes y consideró que "entorpece una salida pacífica y democrática a la crisis". Además juzgó que impedir la marcha fue una reacción de Ortega a las sanciones de Estados Unidos.

La agrupación, que ha sostenido negociaciones con el gobierno, dijo en un comunicado que "las sanciones son solo una reacción ante la represión y los reiterados incumplimientos (del gobierno). Evitarlas está en las manos de quienes deben liberar a los presos políticos y liberar de su represión a Nicaragua".

En medio de la manifestación, y mientras corrían por una calle huyendo de una patrulla policial, un grupo de jóvenes gritaban: "Asesino Ortega, vamos a luchar hasta el día que te vayas".

- Grave crisis -
La represión a las protestas iniciadas el 18 de abril de 2018 hundió a Nicaragua en una grave crisis política que erosionó la economía, con una contracción del 3,8% del PIB y la pérdida de 294.000 empleos, según el Banco Central.

Los gremios empresariales estiman por su parte que la economía se contrajo en un 4% el año pasado, con 400.000 puestos de trabajo perdidos.

La policía había negado la autorización a la marcha alegando que sus organizadores "estuvieron involucrados en graves alteraciones al orden público" en el pasado.

El gobierno mantiene una prohibición de manifestarse desde septiembre, cuando declaró ilegales las protestas y amenazó con acusar a los organizadores de alterar el orden y la seguridad ciudadana.

Ortega, un exguerrillero de 73 años, gobierna desde 2007 y es acusado por la oposición de corrupción y de instaurar una dictadura junto con su esposa.

La alta comisionada de la ONU para los derechos Humanos, Michelle Bachelet, llamó el martes al gobierno a asegurarse de que las fuerzas de seguridad "garanticen los espacios necesarios para que las personas se reúnan pacíficamente".

Bachelet pidió "a las autoridades que tomen medidas con el fin de evitar el uso excesivo de la fuerza" tras señalar que en la represión el año pasado "más de 300 personas resultaron muertas, 2.000 heridas, 62.000 desplazadas fuera del país y varios cientos de personas han sido privadas de libertad".