AFP


El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, descartó este viernes volver a la mesa de diálogo e insistió en celebrar elecciones en 2021, desoyendo lo que reclama la oposición para resolver la crisis política que mantiene en vilo al país.

"El único diálogo que tiene cabida en las actuales circunstancias" es con campesinos, obreros y gremios productivos "dispuestos a trabajar" para lograr el desarrollo económico y social, dijo Ortega ante miles de seguidores durante el acto por el 40 aniversario de la Revolución de 1979.

La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) emplazó al gobierno esta semana a reanudar las negociaciones para encontrar una pronta salida al deterioro de las condiciones económicas y sociales en el país.

Las conversaciones están paralizadas desde el 16 de mayo, cuando la ACJD decidió retirarse en protesta por la muerte a tiros de un opositor, en circunstancias confusas dentro de una prisión.

Ortega desestimó la demanda de la oposición de adelantar las elecciones de 2021 y propuso hacer reformas y ajustes a la ley electoral dentro de lo establecido en la Constitución "para que nadie diga que le robamos las elecciones".

El mandatario, de 73 años, manifestó que su partido "está listo para ganar las elecciones".

Las protestas que estallaron en abril del 2018 contra una reforma del seguro social derivaron en una demanda para la salida de Ortega del poder y, según organismos de derechos humanos, dejaron más de 300 muertos, 2000 heridos y 62.500 exiliados.

El 19 de julio, también es el "primer aniversario del triunfo contra el golpismo", dijo Ortega en medio de aplausos de sus seguidores, para referirse a los operativos que opositores llamaron "operación limpieza" en los que fuerzas policiales y simpatizantes quitaron los llamados "tranques" o bloqueo de vías colocados por manifestantes durante las protestas.

El mandatario criticó además las sanciones económicas de Estados Unidos, sin citar expresamente a ese país, que se han aplicado contra al menos una decena de funcionarios de su administración, entre ellos su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.

"No podemos admitir sanciones (...) ningún Estado puede sancionar a otro, el que lo hace está cometiendo un delito de orden internacional" y son los pueblos los que sufren, alegó el también líder sandinista.


Exgeneral sandinista: Ortega es “un dictador peor que Somoza”


En la plaza pública más grande de la capital nicaragüense se conmemoró este viernes el 40 aniversario de la revolución sandinista que derrocó el 19 de julio de 1979 al presidente Anastasio Somoza Debayle.


La vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, que en la práctica es la que está al frente de los asuntos del gobierno, calculó la llegada de unos 500 invitados extranjeros para participar en la celebración de las efemérides que esta vez se realizarán en medio de la peor crisis política que sacude al Gobierno del presidente Daniel Ortega.


“Lo primero que hay que aclarar es que aquí no hay nada que celebrar, la revolución concluyó en 1990”, declaró al diario español ABC el general nicaragüense en retiro Hugo Torres, quien en el pasado fue un destacado guerrillero antisomocista que participó en 1978 en el asalto al Palacio Nacional, acción que obligó al presidente Somoza a ceder a algunas demandas que solicitaban los sandinistas.


Torres también participó en 1974 en otro exitoso operativo de asalto a la residencia de un importante funcionario del régimen de Somoza. Gracias a esta audaz acción, el presidente Anastasio Somoza se vio obligado a conceder la libertad de Daniel Ortega que se encontraba en prisión. Ortega, en esa ocasión, fue trasladado a Cuba con sus amigos del comando guerrillero.



Cuarenta años después del ascenso de la revolución, Hugo Torres califica a Ortega de “un dictador peor que Somoza” debido a los alarmantes niveles de represión que ha alcanzado su gobierno contra los ciudadanos. Organismos nacionales e internacionales de derechos humanos afirman que más 300 personas han muerto desde abril de 2018, fecha en que se iniciaron las protestas.


Torres recuerda que la metamorfosis política del mandatario se inició después de la derrota electoral que sufrió en 1990 cuando se enfrentó en las urnas a Violeta de Chamorro.


Fuera del gobierno y aprovechando su prominente posición que ocupó en los años 80 al frente del gobierno revolucionario, el dirigente sandinista comenzó a apoderarse de las estructuras del partido y para eso tuvo que aplacar a las voces críticas y fue así que se convirtió “en el eterno candidato presidencial del Frente Sandinista de Liberación Nacional”.


Antes de volver al poder Ortega fue vencido en tres ocasiones sucesivas.