Óscar Santamaría fue coordinador de la delegación del gobierno en las largas negociaciones de la paz de El Salvador. Fotografía: Óscar Machón.


El excanciller de la República y representante de la comisión negociadora por parte del Gobierno en las negociaciones de la paz salvadoreña, Óscar Santamaría, destaca que uno de los mayores logros del Acuerdo de Paz firmado en 1992 fue el reconocimiento internacional de la Fuerza Armada como un promotor de la paz, señalando que antes había sido acusada de violaciones a los derechos humanos. Santamaría reconoce también que los cuerpos de seguridad señalados de violaciones a derechos humanos se convirtieron en la nueva Policía Nacional Civil.

–El presidente ha dicho que los acuerdos de paz son una farsa, los salvadoreños están opinando en redes sociales y hay quienes muestran su decepción. ¿Son una farsa o por qué no?

Cuando hablamos de los acuerdos de paz hablamos de un proceso. No hablamos de una acción aislada, un proceso que se inicia buscándole una solución al conflicto armado que existía. En esos momentos el presidente (Alfredo) Cristiani consideró que el punto de fondo de la agenda de país era la conquista de la paz; de esa forma, el día que inicia su Gobierno, en su primer mensaje a la nación hace el planteamiento para que se busque una solución política al conflicto. El conflicto era de naturaleza política.


Al excluir a fuerzas vivas de un país, era lo que existía en aquel momento, por razones de ideología, credos político, etcétera, había sectores que no participaban en el planteamiento de las soluciones a la problemática existente. Entendemos que eso se dio por décadas, lo cual fue generando en los ciudadanos un rechazo al sistema imperante, que dieron llamar dictatoriales. Esa situación compleja que había de no permitir un régimen de derechos civiles y políticos que se ejercieran por todos los ciudadanos como debe ejercerse en toda sociedad fueron motivos que encontraron dichos sectores para irse a las armas.

Ese círculo, que puede ser fatal y nada deseable para ninguna sociedad, fue el que tratamos de evitar cuando el presidente plantea la oferta de paz para buscarle una solución política al conflicto armado.

Óscar Santamaría da la mano a Schafik Hándal. Al centro, Javier Pérez de Cuéllar, el entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, en 1992.


Por lo tanto, una simple opinión de decir que no sirven para nada los acuerdos de paz es un desconocimiento total a la historia del país y un déficit de cultura política.

 

¿Es el valor del diálogo el mayor logro?

El mayor logro del diálogo es haber generado una solución a un conflicto armado haciendo prevalecer la fuerza de la razón y no la fuerza de las armas, lo que constituyó un éxito para la sociedad, cuya mayor aspiración era la paz.

 

El presidente dice ‘tuvimos seguridad, no; tuvimos desarrollo social, no; tuvimos justicia, no; inversión en educación, salud, no’. ¿Está hablando de una falla de los acuerdos de paz o de otra cosa?

No hay que entender que las afirmaciones de alguien tengan siempre la razón. Si reconoce la importancia de un proceso y lo hace de manera relativa da pie para pensar hasta qué tanto conoce la historia para hacer este tipo de afirmaciones.

Para que el organismo mundial de Naciones Unidas, que la integran 196 naciones, haya referido que El Salvador alcanzó el bien preciado que es la paz, con eso nos basta para hacer saber el valor que tienen los acuerdos de Chapultepec.

Los acuerdos dieron pie para llevar adelante la reforma de todas las instituciones en el área militar, judicial, derechos humanos, sistema político electoral, Constitución de la República y otras, y que con mucha propiedad se ha dado en llamar la reforma política del Estado.

Sostenemos que los acuerdos de paz no son una obra perfecta, nadie dijo que lo eran.

Cuando hay un respaldo de la sociedad internacional a la paz de El Salvador, es conveniente hacer saber que hubo una serie de proyectos y programas de cooperación que surgieron en calidad de cooperación por muchos organismos internacionales.

La Fuerza Armada fue objetivo de la más profunda reforma de un instituto militar en América Latina tanto en su parte orgánica como en la composición así como también en aspecto normativo. Lo mismo podemos decir en el ámbito de seguridad pública, con el surgimiento de la Policía Nacional Civil y la academia nacional de formación policial. Anteriormente la seguridad pública pertenecía al ramo de defensa militar, por medio de los acuerdos se convirtió en un ente perteneciente a la esfera civil. Alrededor de esto, Naciones Unidas pone como ejemplo El Salvador, que se convirtió en un proceso de construcción paz exitoso.
Nunca había ocurrido que un Ejército, después de ser acusado de violación de derechos humanos fuera incorporado en el componente de paz de Naciones Unidas. La PNC como producto de los acuerdos de paz, no de otra cosa, ha logrado ahora ser garantía para los ciudadanos. ¿Cuál era la mayor acusación que tenían los antiguos cuerpos de seguridad?, ser violatorios de los derechos humanos".

Las Fuerzas Armadas, después de la reforma militar y su modernización, se constituye como una fuerza militar diferente, moderna, capaz de cubrir misiones en el ámbito de construcción de la paz. Nunca había ocurrido que un Ejército, después de ser acusado de violación de derechos humanos, fuera incorporado en el componente de paz de Naciones Unidas en el mundo.

La Fuerza Armada tiene ahora un mérito y lo es para todos los salvadoreños. La PNC debemos reconocerle como una de las iniciativas de mayor éxito que surge como producto de los acuerdos de paz en el ámbito de la seguridad pública. ¿Cuál era la mayor acusación que tenían los antiguos cuerpos de seguridad?, ser cuerpos represivos, violatorios de los derechos humanos.

Dijimos que los acuerdos de paz de El Salvador no eran el punto de llegada sino el punto de partida. Por lo tanto, el desarrollo de una agenda nacional debe ser objeto de una nueva iniciativa que damos en llamar acuerdos de segunda generación.

 

En esa carrera, desde el punto de partida, han pasado 29 años, ha habido avances y retrocesos.

Yo creo que los acuerdos han cumplido su papel y así lo dijo en 2002 el secretario general de las Naciones Unidas, don Kofi Anan, ‘vengo a certificar que El Salvador ha cumplido con lo estipulado en los acuerdos de paz’. Por eso, quererle pasar factura a los acuerdos de lo que se ha dejado de realizar como parte de un avance integral del país es un grave error, porque los acuerdos han cumplido su cometido.

 

¿Qué dificultades hay para llegar a unos acuerdos de segunda generación?

Falta de voluntad política. El presidente Salvador Sánchez Cerén hizo un esfuerzo y pidió el apoyo de Naciones Unidas. El Salvador ha tenido el privilegio de que tres secretarios de Naciones Unidas hayan visitado nuestro país con motivo de los acuerdos de paz. El secretario general Boutros Boutros Ghali, en los inicios del cumplimiento de los acuerdos, el secretario (Javier) Pérez de Cuéllar que vino para los 15 años y el secretario Ban Ki-Moon que vino para los 25 años.

 

¿Se mantienen las causas de la guerra?

No. Aquí pueden haber discordias, dificultades y problemas de agendas por abordarse, pero ahora lo hacemos bajo una atmósfera de paz.

 

¿Es necesaria una reforma constitucional?

Hay tres formas de poder ir a una reforma constitucional, en tiempo, materia y lugares. Una Constitución puede ser reformada, es parte de lo que en materia del derecho constitucional ocurre y dependiendo del sistema mismo que la Constitución haya adoptado para hacer objeto de reformas. Hay muchas cosas que se pueden mejorar con las leyes secundarias, no necesariamente con una reforma constitucional. Cuando se promueve un proceso de consulta para una reforma constitucional, entendamos que la consulta debe ser amplia, incluyendo todos los sectores.

Dicha consulta debe ser, en nuestra manera de pensar, promovida y coordinada por la Asamblea Legislativa.