La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) es un centro de pensamiento relevante, desde que fue creado en 1983 por profesionales y empresarios con una visión orientada hacia la consecución de propuestas constructivas. Su relevancia se basa en perseguir que las políticas públicas coadyuven a mejorar las condiciones de vida de la gente, en un país donde dichas políticas siguen sin responder con suficiente eficacia a las demandas sociales.

Visto en sentido positivo, Fusades ha formulado cinco estrategias quinquenales de desarrollo económico y social, más que suficientes para que los gobiernos tuvieran insumos sustentados, tendientes a facilitar el desarrollo de sus propios programas, incluyendo el fortalecimiento del Estado de derecho y la institucionalidad democrática.

Otra cosa es ver eso como lo mira la izquierda, que interpreta esas estrategias como una manera de “dictarles la plana” a los gobiernos, cuando en realidad lo que buscan es alcanzar gobernanza.

Ha sido la miopía de los gobernantes en turno, los intereses de grupos de presión elitistas y el rio de corrupción política, lo que ha distorsionado las buenas intenciones de aquel centro de pensamiento. Tampoco hay que ser iluso para ignorar que uno de los expresidentes de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) resultó ser un pícaro de siete suelas, que traicionó los principios y valores de esa gremial y los de Fusades.

Saca dañó la imagen de los empresarios honestos y progresistas; los que nunca abandonaron el país durante la guerra; los que no sacaron su dinero hacia otros países; los que mantuvieron la generación de empleo; los que enfrentaron la crisis desde sus trincheras empresariales; los que aún pagan “renta” a las ratas, con las que negociaron otras ratas.

En ese orden de ideas, la ANEP desarrollará el 25 de noviembre, la XIX edición del Encuentro Nacional de la Empresa Privada (Enade) enfocado en proponer una agenda digital para el país, la inversión en infraestructura sostenible y la creación de una Autoridad Nacional de Infraestructura. Ese evento está rodeados de factores ventajosos.

1º) Acaba de finalizar la segunda edición de la Cumbre Centroamericana de la Industria, evento insignia de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) y están frescas las enseñanzas que dejó. Una de las más importantes la expuso la representante del Foro Económico Mundial (FEM) nuestra compatriota Marisol Argueta: “La cuarta revolución industrial no solo incluye un mundo más digital y el desplazamiento de las personas por máquinas (donde los empleos deben ser reconfigurados, no perdidos) sino un nuevo modelo económico y social enfocado en maximizar el bienestar de los seres humanos”.

2º) El país ha entrado en una nueva etapa donde las decisiones de política exterior guardan coherencia con los nuevos tiempos, especialmente en el rechazo a las ideas locas y trasnochadas del socialismo chavista, al tiempo de armonizar las relaciones con los Estados Unidos.

3º) El presidente es parte de una nueva generación de políticos que, además de gozar de apoyo popular, parece inclinarse hacia las tecnologías emergentes (como la digitalización de los procesos) al tiempo que se muestra disruptivo respecto a la praxis de los políticos tradicionales, a los que gran parte de la gente “no los quiere ver ni en pintura”, como lo dijo hace unos 14 meses el diputado Francis Zablah.

4º) Hay conciencia ciudadana que los servicios móviles mediante tecnologías digitales, no solo transparentan y vuelven más eficientes los servicios, sino que disminuyen las oportunidades para que prolifere la corrupción.

Aunque no comparto el estilo de gobernar de Bukele Ortez, espero que sepa retomar los aportes positivos de la XIX edición del Enade, toda vez que respondan a los bien entendidos intereses nacionales, no a intereses grupales o sectoriales.

En opiniones anteriores he dicho que el diálogo político es determinante para la creación de condiciones que permitan iniciar el despegue hacia el desarrollo, sobre todo ahora, que no vemos una estrategia definida para lograr superar el crecimiento anual del 2 %, lo que solo se lograría atrayendo más inversiones y generando más empleo, siendo este último el factor que posibilita la dignificación de las personas, su realización profesional, la adquisición de los bienes y servicios que mejoren sus estándares de vida, todo dentro de una economía productiva, base del desarrollo nacional.

Por tanto, no es lógico que vivamos peleándonos por todo y contra todos, pero tampoco se vale que un gobernante atice el fuego por pura mezquindad mediática o renta electoral. Ojalá que el Enade venidero tenga un exitoso eco para que no sea… otro Enade más.