Habitantes de una cuartería en San José, encuarentenada por coronavirus, reciben alimentos de manos de la policía Ezequiel./AFP.


Mairena termina su jornada de trabajo en una construcción, camina un kilómetro a donde toma el autobús que lo lleva a la ciudadela La Carpio, en el oeste de San José, donde comparte un pequeño cuarto con otros tres migrantes nicaragüenses.

Viven en una "cuartería", una construcción precaria dividida en habitaciones pequeñas, amontonadas y, como en el caso de la que ocupa Mairena, tiene un solo baño para los 10 cuartos donde calcula que podrían vivir 100 personas.

"En el trabajo nos piden medidas de protección, mascarillas, distanciamiento, lavarnos las manos cada cierto tiempo, pero aquí (la cuartería) no hay nada de eso", contó Mairena, quien se identificó solo con su apellido.

La cuartería donde vive tiene el aspecto de una antigua bodega dividida por paredes hechizas en cuartos que se extienden a lo largo de un pasillo oscuro, del que emana un penetrante olor a desinfectante mezclado con humedad.

Este tipo de vivienda para pobladores pobres en áreas marginales de San José se han convertido en una preocupación para las autoridades sanitarias por ser focos de propagación de la covid-19.

"El fenómeno de las cuarterías se mantiene como uno de los detonantes del contagio en San José", dijo a AFP Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de la capital.

Esa entidad policial ha coordinado los "cercos sanitarios" en estas viviendas cuando se detecta un contagio de covid-19, en cuyo caso la policía asegura que las personas permanezcan dentro de la edificación durante dos o tres semanas, mientras que organizaciones sociales les brindan alimentos.

Según Solano, solo en San José han habido intervenciones en 31 cuarterías con 800 habitantes entre marzo y agosto.

"La covid-19 ha desnudado un fenómeno que está en muchas ciudades del país, que es la precarización de la vivienda, el déficit cualitativo y cuantitativo para una población sin acceso a techo", comentó Solano.

El área metropolitana de la capital y ciudades vecinas son actualmente el principal foco de contagio del coronavirus en Costa Rica, donde hay más de 24.000 casos de y más de 250 muertos.

Solano precisó que en la capital hay 15.000 personas viviendo en cuarterías, y "la mitad son migrantes de Nicaragua, Cuba, Colombia, Venezuela, Haití, El Salvador, Guatemala, que por distintas razones no han podido encontrar otro techo o están en tránsito a otro punto".

Su perfil laboral incluye trabajadores informales, vendedores ambulantes, trabajadores de la construcción, empleadas domésticas o desempleados, cuyos ingresos solo alcanzan para pagar el bajo costo de una cuartería.

- Desigualdad y estigma -
Para Carlos Sandoval, investigador social de la Universidad de Costa Rica, "las cuarterías son reflejo de una sociedad donde 40% de la población económicamente activa está en el sector informal, y no encuentra empleos que les permita acceder a una vivienda digna".

"Tenemos una desigualdad primaria que produce las cuarterías. Para las personas que viven allí resulta difícil acceder a servicios de vivienda, salud, educación", agregó Sandoval.

Para muchos costarricenses, las cuarterías son puntos de tráfico de drogas, crimen y prostitución, pero Solano asegura que no siempre es así.

Por ello, dijo, hay una gran presión social para clausurar las cuarterías, lo cual expondría a sus habitantes a vivir en las calles.

De hecho, la indigencia ha sido otra preocupación sanitaria ante la propagación de la covid-19 en la capital, donde miles de personas viven en la calle.

En respuesta, un moderno gimnasio construido para albergar los Juegos Deportivos Centroamericanos de 2013 en Hatillo, en el sur de San José, fue convertido por la municipalidad en albergue para indigentes.

"El proyecto consta de dar atención a las personas en situación de calle, resguardando la integridad y el derecho a la salud pública de las personas y también para evitar la propagación del virus", explicó a AFP la trabajadora social Angie Segura, en el albergue.

Carlos Sandoval consideró que la estrategia del gobierno ante la pandemia no ha reconocido que "la desigualdad produce hacinamiento, y el hacinamiento aumenta el riesgo de contraer covid", por lo que urgió a atacar la desigualdad social.

Marcelo Solano señaló que la pandemia despertó el interés institucional por hacer algo por las cuarterías, incluyendo mejorar las condiciones en las edificaciones y atender integralmente a sus habitantes para ayudarles a mejorar su condición de vida.