La pareja elabora los antojitos y luego Pedro los ofrece en el vecindario de Mejicanos. / Enrique García.

La venta de antojitos es una alternativa de ingresos económicos para Pedro, un trabajador de 36 años, que debido a la emergencia por coronavirus, su fuente de trabajo está cerrada.


“Afortunadamente, el cierre de la empresa es temporal”, afirma.


Pedro trabaja en un restaurante de comida rápida, en un centro comercial de San Salvador. El Gobierno ordenó cerrar los centros comerciales por medidas de seguridad y aunque autorizó el funcionamiento de servicios para llevar, bancos y farmacias.


Pedro también tiene su sueldo asegurado, la empresa ya le canceló la segunda quincena de marzo, y tiene la promesa que también le pagarán la primera quincena de abril, aunque no esté trabajando.


Explica que otras tiendas que tienen autoservicio, son las que están generando dinero para hacer sostenible a la empresa.


Sin embargo la pandemia del COVID-19, también está afectando a su esposa de 34 años de edad, que trabaja de forma independiente.


El Gobierno no permite a los micro empresarios que salgan a vender a la calle, y eso afecta a su compañera de vida.


Esos ingresos diarios alternativos de la venta de antojitos a domicilio, le están haciendo mella para la sostenibilidad de la familia; a esto se les suma el pago del préstamo de la casa, el pago de los recibos de agua y luz, la colegiatura de las niñas y otros gastos caseros.



Para no estar de brazos cruzados y la experiencia de ambos en la elaboración de alimentos, idearon cocinar antojitos y venderlos a la comunidad.


Desde hace 10 días, los venden entre el vecindario de una colonia de Mejicanos, al norte de San Salvador.


“Van a querer atol de maíz, plátanos en miel, nuegados y chilate, ¡está bien ricos!”, dice Pedro a sus vecino casa por casa.


Papel y lápiz en mano, apunta los pedidos que le ordenan los vecinos. La respuesta no se hace esperar, le ordenan pedidos que luego sale a repartirlos con su hija mayor. “Este dinerito en algo ayudan, mientras pase la emergencia”, dice Pedro.


El vecindario ya está acostumbrado a sus antojitos. Cuando cae la tarde le preguntan por el menú del día. Sus alimentos han caído como anillo al dedo, dado que por el periodo de cuarentena, la gente no puede salir y ha optado por saborear los platillos de Pedro.


“Con mi salario no hay problemas, porque lo tengo asegurado, pero si nos están haciendo falta los ingresos que traía mi esposa. Con eso me ayudaba mucho para la compra de la comida”, expresa el emprendedor.


Dice que tiene fe que la situación de crisis que se está viviendo, por la pandemia del coronavirus, pase pronto y toda vuelva a la normalidad.


Otros trabajadores que se encuentran sin trabajo, porque sus negocios han cerrado, han tomado como la alternativa para hacer llegar ingresos, elaborar alimentos caseros que salen a vender al vecindario.


Pedro desconoce cuánto tiempo pasará sin incorporarse a su trabajo formal, igual su esposa.Ambos están pendientes de los anuncios oficiales del Gobierno para poder continuar su vida normal.