Fotografía: Agencia AFP


El expresidente Lula pasó su primera noche en la cárcel, pero sus partidarios mantendrán la presión con una "vigilia permanente" en Curitiba (sur de Brasil) y apuestan por un rápido cambio de jurisprudencia que permita liberarlo.

Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), de 72 años, llegó en helicóptero la noche del sábado a la sede policial donde empezó a purgar su pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero. Es el primer expresidente de Brasil encarcelado por un delito común.

Su llegada causó una conmoción en esta ciudad conservadora, con disturbios entre simpatizantes de Lula y los agentes que custodiaban la sede de la Policía Federal donde se halla la celda de Lula.

"La ciudad de Curitiba será el centro de nuestra acción política. Sólo saldremos de aquí cuando Lula salga. Esta vigilia será permanente", proclamó la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, poco después de que la policía lanzara bombas de gas lacrimógeno y balas de gomas para dispersar a la multitud agitada.

Lula, que lidera las encuestas para las elecciones de octubre, "no es un preso común, es un preso político, el primer preso político después de la reapertura democrática" en 1985, añadió Hoffman.

Partidos políticos y movimientos sociales de izquierda comenzaron este domingo a articular su "resistencia".

El estudiante Christopher Ferreira, de 21 años, pasó la noche en un campamento callejero al borde del perímetro policial, equipado con tiendas, colchones inflables y bastante abrigo. Una inscripción sobre un cartón indicaba el lugar de la "secretaría operativa" donde atenderían a la prensa.

"Pasamos la noche aquí en resistencia junto con todos los compañeros que están prestando solidaridad al presidente Lula", explicó Ferreira a la AFP.

Según la Central Única de Trabajadores (CUT), el movimiento espera la llegada de decenas de caravanas de todas partes de Brasil.

¿Podría ser liberado?
Pero ¿qué es lo que alimenta la esperanza de sus seguidores?

El próximo miércoles, el Supremo Tribunal Federal (STF) podría incluir en su agenda un nuevo debate sobre un asunto clave: a partir de qué momento un condenado puede empezar a cumplir su pena de prisión.

Según la jurisprudencia actual, esto es posible a partir de un fallo de segunda instancia, como el que profirió en enero un tribunal de apelaciones contra Lula.

Dicha jurisprudencia fue establecida por el STF en 2016 -por una estrecha mayoría de 6 votos contra 5- y viene siendo aplicada por varios jueces de segunda instancia para ordenar la prisión una vez confirmadas las condenas.

El máximo tribunal del país denegó la semana pasada un recurso de la defensa de Lula para evitar que fuese preso; pero una de las magistradas que votó contra Lula, Rosa Weber, dio a entender que era favorable a modificar la jurisprudencia actual cuando el asunto fuese tratado de forma general, y no por un caso específico.

Y eso podría ocurrir el próximo miércoles, si otro de los jueces del máximo tribunal pide, como anunció, incluir el tema en la agenda de sesiones. Aunque también, en un laberinto legal que parece no tener fin, la discusión podría ser postergada, sin fecha de reanudación, si un juez dice que precisa tiempo para pensárselo.

Pese a que la novela jurídica podría tener nuevos capítulos, los detractores de Lula celebraron eufóricos, descorchando botellas de espumantes, que "finalmente" esté en prisión.

Quiero "que Lula permanezca mucho tiempo allí", pidió Mauro Celli, un empresario de 49 años que pasaba pedaleando junto a otros ciclistas por las inmediaciones de la Policía Federal de Curitiba este domingo.

El expresidente, que se declara inocente y perseguido por las "élites", se dice esperanzado.

"Estoy con la conciencia tranquila. Puede demorar un poco, pero voy a vencer esta batalla", dijo a sus seguidores en un video grabado el viernes y publicado en su página de Facebook el domingo por la mañana.

"Buen fin de semana y, si Dios quiere, quién sabe, la semana que viene estaremos juntos", guiñó.