Ultras de varios equipos lo ven como una traición a la tradición, ya que consideran que un club no debe pertenecer a una sola persona. Foto: AFP


El partido del campeonato alemán entre Union Berlin y Wolfsburgo fue interrumpido en dos ocasiones este domingo después de que los ultras del equipo de la capital mostraran banderas insultantes contra el presidente del Hoffenheim, como ocurrió el sábado en el duelo entre este club y el Bayern Múnich.

El árbitro interrumpió el partido por primera vez a los 30 minutos de juego, cuando se descubrió una bandera contra Dietmar Hopp y la Federación Alemana de Fútbol.

Luego se reanudó el juego, pero fue de nuevo interrumpido antes de la pausa, al aparecer una bandera que calificada a Hopp de 'hijo de puta' y le representaba en el visor de una escopeta.

Entonces el árbitro pidió a los dos equipos que se fueran a los vestuarios y solicitó la difusión de un anuncio al público en el que se decía que una tercera interrupción sería sinónimo de anulación del choque.

El capitán del Union Berlin Christopher Trimmel se dirigió a los ultras de su equipo pidiendo que dejaran de mostrar banderas insultantes. A continuación el partido continuó y finalizó 2-2.

Un día antes el partido entre el Hoffenheim y el Bayern Múnich fue interrumpido también por banderas que insultaban al presidente del Hoffenheim.

El árbitro paró el partido durante unos cinco minutos y varios miembros de la plantilla del campeón alemán, junto con el entrenador Hansi Flick, el director deportivo Hasan Salhiamidzic y la leyenda de la portería Oliver Kahn, corrieron hacia su propia afición para pedir que retirara el mensaje.

A continuación, tras reanudarse el duelo, con 6-0 en el marcador para el Bayern, los jugadores de ambos equipos se dedicaron a pasarse el balón entre ellos durante los últimos 13 minutos. Mientras que en el palco Hopp y Karl-Heinz Rummenigge, leyenda y director general del gigante bávaro, aplaudían de pie.

Cofundador del gigante de la informática SAP, Hopp invirtió en el Hoffenheim y le hizo pasar en algunas temporadas de la sexta división a la élite, convirtiendo al club en una entidad moderna, lo que ha levantado muchas críticas.

Ultras de varios equipos lo ven como una traición a la tradición, ya que consideran que un club no debe pertenecer a una sola persona.