Las imágenes de agentes migratorios y policiales mexicanos golpeando migrantes en el estado de Chiapas son estremecedoras y más aún cuando uno ve a uno de esos agentes dando patadas en la cabeza a uno de ellas, es indignante.

El discurso de México hacia los migrantes centroamericano es de doble moral. Por un lado demandan inversión de Estados Unidos y Canadá para que la gente de Centroamérica no migre más, pero por otro lado, los maltrata, los excluye, los convierte en seres humanos de segunda o tercera categoría con esos maltratos. ¿Cómo puede ser?

Y mientras el canciller mexicano recibe a refugiados afganos personalmente en el Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, un acto noble sin duda, sus agentes migratorios dan de patadas a un migrante centroamericano. ¡Por favor México! Su ofensiva de relaciones públicas con los refugiados afganos está bien, pero es inmoral cuando nos maltratan así a nuestra gente.

Durante décadas, los centroamericanos se han quejado del maltratado de las autoridades mexicanas, las mordidas interminables de policías municipales, estatales y federales, que aunque lleven los documentos en regla, exigen dinero a cambio de dejarlos pasar por su territorio hacia o desde Estados Unidos.

El discurso oficial mexicano de trato humanitario a los migrantes se queda en discursos y promesas rotas. ¿Acaso los mexicanos no saben de la amargura de migrar por falta de oportunidades o por el acoso de bandas violentas? ¿Acaso los mexicanos no demandan respeto a los derechos de su gente? ¿Entonces por qué no pueden respetar los de otros. México, ¡por favor! ¡Pónganse claros porque así no se trata a seres humanos!.