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Normalmente es un día de fiesta, con tambores y dragones. Pero este año, con un nuevo virus, Pekín se convirtió en una ciudad fantasma durante el Año Nuevo chino.

Los dos grandes parques de la capital, que acogieron a 1,4 millones de visitantes para las festividades en 2019, mantuvieron cerrada la puerta el sábado en el inicio del año de la Rata, el primero de los 12 signos del zodíaco chino.

Para reducir el riesgo de contagio, las autoridades optaron por cancelar las celebraciones en el último momento. No hay baile del león y del dragón, ni orquestas de tambores y platillos para asustar a los malos espíritus haciendo el mayor ruido posible.

"Esto no se parece al Año Nuevo", lamenta Li, de 21 años, delante de las puertas cerradas del Templo de las Lamas, donde los budistas fervientes suelen hacer cola al amanecer para ser los primeros en quemar el incienso del primer día del año.

En la puerta del templo, que contiene un buda gigante, un cartel explica que el sitio permanecerá cerrado hasta nuevo aviso para "proteger la salud de las masas religiosas y de los monjes".



- Restaurantes vacíos -

La capital, de 20 millones de habitantes, que cuenta con 35 casos confirmados, prefirió cerrar lugares turísticos famosos como la Ciudad Prohibida, el antiguo palacio de los emperadores, así como tramos de la Gran Muralla.

En un pintoresco barrio de casas antiguas, cerca del lago Huhai, los bares y restaurantes para turistas, abiertos a pesar del Año Nuevo, están casi vacíos. Las calles antiguas decoradas con linternas rojas y banderas nacionales del mismo color parecen extrañamente tranquilas.

"No hay mucha gente. El virus sí que tiene un impacto", observa Huo, un pekinés de 63 años.

Pekín está a más de 1.000 kilómetros de Wuhan, el epicentro de la epidemia que infectó a casi 1.300 personas desde diciembre, de las que 41 han muerto. Wuhan y su región están aislados del mundo desde el jueves.

Estaciones de metro cerradas, avituallamiento de urgencia en los supermercados y mascarilla de protección obligatoria. La cuarentena impuesta a los habitantes de Wuhan por el coronavirus ha aislado a esta metrópolis china del resto del mundo.

Con la esperanza de contener el mal, las autoridades tomaron una medida radical en la noche del miércoles al jueves y prohibieron cualquier partida en tren, avión o autocar desde Wuhan.

Los habitantes se encuentran atrapados en su ciudad. A lo largo de sus vastas arterias, la metrópolis, de 11 millones de habitantes, parece una ciudad fantasma, en la que se observan pocos transeúntes, con la cara cubierta de mascarillas, precaución ahora obligatoria por orden municipal.

"Las estaciones de metro están cerradas, hay poco tráfico, muchas tiendas no abrieron", enumera Adrian. Al igual que sus colegas, a este profesor de francés se le ordenó no abandonar la universidad, salvo para ir a buscar provisiones a un supermercado local. "Algunos clientes tenían uno o dos carritos. Parecía que estaban haciendo provisiones de supervivencia", afirma.

El gobierno chino amplió la cuarentena a 13 ciudades donde viven 41 millones de personas para contener la propagación de la epidemia por un nuevo coronavirus que ya ha matado a 41 personas y obligado a cancelar numerosas festividades del Año Nuevo chino.

Los periodistas de la AFP comprobaron que Wuhan se ha convertido prácticamente en una ciudad fantasma y que las pocas personas que salen a la calle llevan una máscara de protección obligatoria.

Además de Wuhan, casi toda la provincia de Hubei está aislada del mundo, con unos 56 millones de personas confinadas, equivalente a la población de Sudáfrica.