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Los pelícanos esperan y en cuanto el camión cisterna comienza a vaciar su cargamento se precipitan con su gran pico a degustar, voraces, los pequeños peces. Alimentar a estas aves que pasan por Israel en invierno es la mejor solución para evitar que arrasen las piscifactorías y causen daños enormes en esta industria local.

Cada año, unos 50.000 pelícanos visitan Israel durante su migración entre los Balcanes y África, donde disfrutan de un clima más suave en invierno, antes de volver en primavera a Europa.

Durante esta parada, que puede prolongarse semanas, estas aves, hambrientas, asaltan las reservas de las piscifactorías buscando peces frescos, lo que provoca caos y pérdidas financieras.

"No tienen otro lugar donde detenerse y abastecerse", declara Eli Sharir, director general de la asociación israelí de piscicultores. "Para nosotros, esto representa millones (de pérdidas) al año", lamenta.

Para tratar de impedir que los pelícanos dejen sin peces las piscifactorías, las autoridades comenzaron hace unos años a distribuir pequeños peces a los pelícanos, lejos de las piscinas donde se crían otras especies.

Y en el norte de Israel, cerca de la frontera con Líbano, un camión cisterna vierte sus aguas llenas de escurridizos pequeños peces, picoteados ipso facto por los pelícanos.