El presidente Nayib Bukele y su equipo de Gobierno han enfilado sus baterías a la prevención y la contención de la pandemia de coronavirus. El objetivo principal es salvar el mayor número de vidas posibles evitando el contagio masivo que provocan las aglomeraciones, por eso se ha declarado la cuarentena nacional.

Evidentemente en un sistema sanitario tan precario como el nuestro, se trata también de evitar que un contagio masivo provoque la saturación de nuestros hospitales, lo que a su vez causaría muchas pérdidas irreparables de vidas humanas. Esa estrategia presidencial es merecedora de todo el apoyo de la sociedad. Sin embargo, hay voces que ya expresan preocupación por el impacto económico que podemos sufrir postepidemia y hay que escucharlas.

Ya hay augurios económicos bastante preocupantes que hablan de una caída del PIB de hasta cinco puntos porcentuales y que la recesión puede llevarnos hasta -3 % de decrecimiento. Además, el país sufrirá una fuerte caída en las remesas debido al impacto que la misma pandemia tendrá sobre la economía estadounidense.

Por eso el gobierno y la sociedad entera, además de pensar en cómo salvar el mayor número de vidas posible -que debe seguir siendo la prioridad- también debe analizar fórmulas creativas y sensatas para recuperar la economía, salvar las empresas que garantizan la mayoría de empleos del país y recuperarse lo más pronto posible de esta tragedia.