El periodista Roberto Leiva le arma un techo improvisado a su colega César Najarro, que trabajaba con equipo electrónico en la final del Clausura 2019.


El Salvador es el único país de Centroamérica en donde los periodistas deben cancelar $43 para obtener su acreditación en cada torneo de la Primera División; sin embargo, en la final del Clausura 2019 que dejó a Águila como campeón tras derrotar en penales a Alianza 0-0 (3-1), los comunicadores recibieron un trato indigno, del que muchos se quejaron.

Debido a que la prioridad era vender las butacas de platea, la localidad más cara ($50), los periodistas fueron enviados por primera vez a las gradas en dicho sector, junto a la afición de Águila que irrespetó los rótulos de “reservado”, obstaculizando a los cronistas la visión del juego, al pararse en cada acción de peligro.

La ubicación fue la misma para todos, prensa escrita, medios digitales, radio y televisión, en ese sector que no cuenta con techo, por lo que muchos aguantaron sol y luego la lluvia que cayó en el segundo tiempo del partido y en el alargue, lo que dificultó la labor a aquellos que trabajaban con equipos electrónicos.

Pero todo fue peor para la prensa escrita y radial a la hora de recoger reacciones, pues por primera vez no los dejaron ingresar a la cancha al concluir el partido, siendo retenidos por una cadena de agentes de la UMO (quienes también dieron un pésimo trato), salvo a los que llevaban cámaras, por lo que muchos se quedaron sin poder obtener declaraciones del equipo perdedor debido a que autorizaron la entrada al césped hasta después que premiaron al campeón.

Los jugadores de Águila, que también ya habían sido abordados por medios televisivos con mucha antelación, tampoco querían dar más declaraciones a los periodistas que ingresaron de último momento, aduciendo “ya hablamos”, “déjennos festejar”. Y con mucha razón.

La “final soñada” se terminó convirtiendo en una pesadilla para los periodistas, ante las pésimas e indignas condiciones en que les tocó ejercer su labor.