A principios de la década de los 70, cuando la crisis del campo socialista era ya una realidad palpable, un científico social de la Alemania del Este propuso enfrentar la crisis con un análisis a fondo del funcionamiento de la sociedad y lo llamo “Critica al Socialismo Realmente Existente”, al cual se convirtió en una forma muy generalizada de analizar críticamente a los gobiernos comunistas y proponer alternativas de reforma.

Aludo a esta historia, porque creo que estamos en una coyuntura similar, que llama al análisis de la “globalización Realmente Existente”, apartándonos de las concepciones que la consideran la panacea del desarrollo económico y de las que ven en la globalización y el neoliberalismo la encarnación del demonio.

La Pandemia que aún estamos viviendo como fenómeno global es un hecho que ha trastocado a prácticamente todos los gobiernos del mundo, está atacando indiscriminadamente a miles y miles de habitantes del planeta, y a millones de personas nos ha cambiado nuestra forma de vida.

Recientemente escribí un artículo señalando como el Covid19 ha logrado desvelar los mitos laudatorios de la “globalización realmente existente” y de su base teórica que es el neoliberalismo, evidenciando su carácter de verdadero “tigre de papel”; hoy quisiera reflexionar mas allá de la debilidad de este “gigante con pies de barro”, y plantear la necesidad de una “globalización alternativa” a partir de las pistas que el Codiv19 nos está presentando; mi intento, al igual que fue el de Bahro con su libro, no es eliminar la globalización, sino de modificar tanto el diseño como las normas de funcionamiento que han prevalecido en los últimos 50 años.

Lo primero que nos señala la pandemia es la necesidad de romper con el modelo de la globalización actualmente existente, que la reduce a la esfera de la economía y la niega en prácticamente el resto de esferas de la actividad humana; el resultado es que cuando la sociedad enfrente una pandemia la globalización es Impotente de asumirla, precisamente en su dimensión global y esta incapacidad de hacerlo, paradójicamente lleva la crisis de la producción y del comercio globalizados que cada día se hace más patente en todo el mundo. La globalización que debería ser un fenómeno que abarcara todas las áreas de la actividad social, desde la economía, pasando por la cultura y llegando a la política, pero, se ha desarrollado con una estrecha visión economicista que favorece a los países desarrollados y a las empresas transnacionales crecer en su expansión mundial y genera una más profunda desigualdad; igualmente es observable en la esfera política, especialmente en los países democráticos, en los que la ciudadanía está cada vez más alejada de la política y los procedimientos democráticos cada vez más son asumidos por una globalización que convierte a los electores en algoritmos.

Una segunda pista que es observable como legado de la pandemia, es el redescubrimiento de la solidaridad, precisamente porque las cuarentenas, nos llaman a asumir la soledad para desde allí tomar conciencia que no estamos solos, que es la sociedad en su conjunto la que está sufriendo y que debemos aportar nuestra contribución a su defensa; no hay duda que la pandemia es un antídoto contra el individualismo y requiere descubrir la necesidad de trabajar y actuar solidariamente, a este respecto, el papel del papa Francisco es realmente admirable.

Una clara tercera indicación, es la necesidad de reforzar y concretar el multilateralismo como instrumento fundamental de las relaciones internacionales. Si algo queda claro es la necesidad de un enfoque universal, con acuerdos y normativas claras, para enfrentar este tipo de enfermedades y otras situaciones parecidas que tengan carácter universal y que dejarlas a juicio de cada gobierno, termina haciéndolas más dañina. La OMS, debe asumir un papel más dinámico y con un más claro y decidido mandato de la comunidad internacional el resurgimiento del ultranacionalismo que observamos en los últimos años, así como la pretensión de algunos gobiernos de abandonar el multilateralismo, debe cesar.

El reto es: ¿Podremos responder adecuadamente cuando superemos el pandemonio o volveremos a practicar el individualismo que la globalización actualmente existente nos inculca?