La gente mayor suele decir que todo tiempo pasado fue mejor y en el caso de El Salvador, con ese pesimismo galopante que nos caracteriza, muchas veces me he preguntado si esa frase es correcta para nuestra realidad.

En 1975, el sábado 19 de julio para ser exactos, se celebró en El Salvador la final de Miss Universo. Fue una transmisión mundial, vía satélite, y en ella se dedicaron amplios espacios para la difusión del país como destino turístico, se expusieron bellos paisajes de nuestras playas y las candidatas hablaban encantadas del país, de su gente, del clima y de los sitios visitados.

No es que no había problemas entonces pero eran los años que El Salvador era conocido como “el Japón de Centroamérica”, atraía inversiones de calidad como Texas Instruments, una maquila electrónica que se fue del país con la llegada del conflicto y que nunca más volvimos a tener.

Yo no soy fan de esos concursos de belleza pero me tomé el tiempo de ver algunos vídeos de la transmisión de Miss Universo 1975. El Salvador era el país de la sonrisa. Da pena ajena ver las imágenes del San Salvador de aquella época, ordenado, limpio y pensar en lo que lo convertimos cuatro décadas y media después.

La guerra y la postguerra nos convirtieron en un país inseguro, desconfiado, agresivo. Los malos gobiernos dañaron mucho el país. El centro de la ciudad se afeó, se llenó de ventas callejeras y suciedad. Ver ese vídeo me hizo sentir una mirada nostálgica al pasado.

El Salvador tiene el talento, la ética de trabajo y la voluntad para resurgir y salir adelante, a pesar de los defectos de los gobernantes. Resurgir de las cenizas no depende del partido que gobierno sino del esfuerzo de todos que debemos luchar por recuperar los valores perdidos y salir adelante.