La organización de médicos Physicians for Human Rights (PHR) reveló en su reciente estudio: “Nunca volverás a ver a tu hijo” que la política de la administración del presidente Donald Trump de separar y encerrar a familias sin ningún contacto ni destino fijo en un país extraño ha dejado “profundas implicaciones para la salud de los adultos y niños migrantes, y violan derechos humanos básicos tales como el derecho a vivir sin tortura ni desaparición forzada”.

La investigación del PHR dice que encontró resultados desconcertantes en las “evaluaciones sicológicas de familias solicitantes de asilo que fueron separadas por el gobierno estadounidense en 2018”.

Los médicos que integraron la investigación señalan en el informe que encontraron “síntomas y comportamientos consistentes con el trauma”.

Según la organización la mayoría manifiesta al menos una manifestación sicológica producto de la separación o el encierro como “trastorno de estrés postraumático, trastorno depresivo mayor o trastorno de ansiedad generalizado; todos ellos consistentes y probablemente vinculados con el trauma provocado por la separación familiar”, concluyen.

Algunos de los efectos de la política de separar y encerrar a familias sin ningún contacto ni destino fijo en un país extraño con un idioma distinto son parecidos a los que sufren los soldados en la guerra, excepto porque se trata de madres y padres de familia y niños en ocasiones en edad de brazos, lamentan los profesionales de PHR.

El diario La Opinión de Los Ángeles retomó el estudio y en su publicación digital recordó que las familias afectadas con la medida antiinimgrante ya huían de la violencia selectiva de sus países de origen, y ya habían estado expuestos a traumas, con frecuencia como víctimas de actividades de pandillas, por amenazas de muerte, agresión física, familiares asesinados, extorsión, agresión sexual o robo.

 

Huir o morir

El informe disponible en línea reitera que “todas estas personas (atendidas por PHR) expresaron temor a que sus hijos o hijas fueran lastimados o asesinados si permanecían en su país. En casi todos los casos, los niños y las niñas ya habían sufrido graves daños antes de huir”.

PHR indica que evaluó a 17 adultos y nueve niños y niñas que debido a la política de separación familiar estuvieron sin sus familias durante un promedio de 60 a 69 días; todos los niños y niñas, excepto uno, habían regresado con sus familias al momento de la evaluación psicológica.

“Al llegar a los Estados Unidos, las autoridades migratorias arrancaron a sus hijos e hijas de sus brazos, los trasladaron mientras los niños y las niñas dormían o, simplemente, ‘desaparecían’ a los niños y niñas mientras sus padres y madres estaban en los tribunales o recibiendo atención médica. Casi todos informaron que las autoridades de inmigración no ofrecieronninguna explicación sobre el motivo de la separación, ni sobre el lugar al que se enviaría a sus familiares y si se reunirían con ellos o cómo lo harían”.