Evelyn Castillo salió a vender ayer bolsas con agua al Centro Histórico de San Salvador. / R. Lemus


Con mascarilla o sin ella muchos salvadoreños salieron ayer de sus casas para ir al supermercado, cobrar el bono prometido por el Gobierno, buscar una ferretería, adquirir medicinas o comprar un pastel para celebrar un cumpleaños. Todos decían tener un motivo para romper la cuarentena domiciliar ordenada por el presidente de la República, Nayib Bukele, el pasado 21 de marzo.

En un recorrido realizado por este medio en el Centro Histórico de San Salvador, Soyapango y Ciudad Delgado se corroboró que muchas personas, entre ellas adultos mayores, salen de sus casas para comprar alimentos, cobrar los $300 que entrega el Gobierno, ir por sus medicinas o, simplemente, porque no pueden estar encerradas.

“Es que yo tengo que caminar”, dijo un caballero en Soyapango, cerca de un centro comercial donde solo el supermercado, las farmacias y los bancos están abiertos.

“Mire, yo salí porque tenía que venir a traer mis medicinas, pero ahí adentro hay mucha gente, más de la que debería estar ahí”, aseguró un hombre que no quiso ser identificado.

En las calles muchas personas se saludan, algunas se expresan cariño, otras se distancian pero no lo suficiente como para cumplir el distanciamiento recomendado por las autoridades sanitarias.

En Soyapango muchas personas se movilizaban cerca de los supermercados. / I.Cornejo


En Ciudad Delgado, por otra parte, varias tiendas de abarrotes se encuentran abiertas, muchos carros parqueados frente a establecimientos comerciales y poco distanciamiento social. Aunque en el supermercado todas las personas que esperaban por ingresar se mantenían con mascarillas, algunas quirúrgicas y otras de tela, de esas que las autoridades de salud no recomiendan.

El panorama no es muy diferente en el Centro Histórico de San Salvador, donde muchos vendedores informales han salido a las calles, algunos a vender mangos, otros venden dulces, maní, mascarillas y guantes “a dos por un dólar”, y diferentes productos.

Entre los vendedores informales se encuentra Evelyn Castillo, quien desde hace dos años comercializa bolsas con agua en la plaza Barrios, plaza Morazán y el parque Libertad.

Con las mejillas rojas y los ojos llorosos se ubicaba en un puesto informal tras bajarse de una patrulla de la Policía Nacional Civil (PNC), luego de haber sido detenida por elementos de la corporación frente al Palacio Nacional.

Muchas personas circulaban ayer por el Centro Histórico de San Salvador. / R. Lemus


“Es que yo no tengo dinero, la refrigeradora está vacía, tengo hijos y debo salir a vender. A mí me acaban de soltar los policías porque tengo un niño de un año y debo ganar para la leche les dije a ellos; si tengo mi niño, cómo me van a ir a meter allá, si uno tiene que sobrevivir”, dijo.

Llorando explicó que no ha salido beneficiada con el bono y que no tiene otra manera de sobrevivir más que a través de la venta de agua.

“Ahora el tiempo está malo, pero antes de esto que estamos pasando yo vendía en las tres plazas casi 20 dólares y eso me daba para ir pasando”, agregó.

Como ella, muchos vendedores más caminaban por las calles del Centro Histórico capitalino y la mayoría sin cumplir con las medidas sanitarias indicadas.