Los salvadoreños nos enfrentamos a dos semanas con las medidas más estrictas que hayamos visto desde que se inició la cuarentena hace casi dos meses. Sin transporte público y con control para las salidas de las personas, teóricamente debería haber una mayor contención de los contagios en momentos que se habla del pico de la pandemia en el país.

Existe una preocupación generalizada por la pandemia, preservar la salud y la vida de las personas es el objetivo esencial de todos, el valor fundamental de toda la sociedad. Pero hay que ser claros que la preocupación económica también se ha extendido en todos los niveles de la ciudadanía porque nos empieza a golpear en todo sentido.

Ya hay pérdida de empleos, una gran pérdida de ingresos en todas las empresas, salvo unas pocas de alimentos y medicamentos que por su naturaleza están operando en la emergencia, los precios de frutas y verduras han empezado a subir y el temor al desabastecimiento se percibe en los mercados.

Los salvadoreños somos gente luchadora y siempre nos hemos levantado de nuestras tragedias pero en más de un siglo jamás habíamos visto este nivel de declive económico en tan poco tiempo mientras la salud de nuestra gente está en riesgo. Es una lucha cuesta arriba y requiere de mucho esfuerzo, disciplina e ingenio.