Todo parece apuntar entonces a que luego del periodo de vigencia de esta normativa, la actividad económica, educativa y social puede retomarse bajo circunstancias excepcionales y bajo estrictas medidas de seguridad sanitaria.
De manera que el fin de la cuarentena no implica necesariamente el regreso a una “normalidad” como la que teníamos antes de la pandemia, por el contrario, las restricciones sobre espacios públicos, la prohibición de aglomeraciones aplicando el distanciamiento social y la limitación de ciertos derechos, vendrán a ser realidades cotidianas por un tiempo todavía incierto.
Las facultades excepcionales confiadas en la actualidad a las autoridades, tendrán que dar paso a las responsabilidades individuales sobre el cuidado de la salud, no hay otra opción en una sociedad democrática, y es aquí donde se pondrá a prueba el compromiso de los salvadoreños con sus conciudadanos. Este es un tiempo de preparación y de aprendizaje para nuevas formas de relacionarse y convivir, acatar las disposiciones vigentes es también prepararnos para el futuro inmediato.