Por décadas El Salvador ha sido un paraíso fiscal donde han venido diversas empresas internacionales a realizar inversiones, a explotar los recursos, a favorecerse de la mano de obra barata, con bajas exigencias gubernamentales y con tasas impositivas altamente favorables. Ésta ha sido la dinámica que se ha implementado como país para atraer inversión extranjera y fortalecer la inversión local.

Ciertamente es importante la generación de empleo y el crecimiento económico; sin embargo, se han dejado muchas ventanas abiertas que han sabido aprovechar algunas inversiones, a tal grado que se crearon las famosas sociedades mixtas, donde algunas alcaldías gobernadas por el FMLN se asociaron con Alba Petróleos, cuyos fondos provenían de la petrolera venezolana estatal (PDVSA), que en los últimos días ha sido sancionada por los Estados Unidos de Norteamérica, al considerarla un vehículo de corrupción y malversación de fondos, y de lo cual no han sido ajenos los administradores de la sociedad mixta ALBA en El Salvador, ya que no solo lograron sacar millones de dólares hacia Panamá formando sociedad Offshore.

Su récord tributario no ha sido el mejor, por la dinámica de reporte de pérdidas en la que algunas de esas empresas ALBA se fueron a la quiebra, surgiendo varias preguntas: ¿Por qué la gran mayoría de estas empresas ALBA quebraron? ¿A quién favoreció la quiebra? ¿Por qué el Gobierno no dijo nada, ante la salida de estos millones de dólares? ¿A nombre de quién están las empresas Offshore en Panamá? ¿Quiénes son las personas que han salido favorecidas en estas sociedades mixtas? Creo que darles respuesta a todas estas preguntas es lo más fácil, basta con ver el estilo de vida de estos líderes.

No obstante, lo difícil es hacer comprender a los fanáticos ideológicos que pese a las evidencias, siguen defendiendo a sus héroes políticos. Lo que sí está claro es que ninguno de estos municipios que formaron estas sociedades mixtas tuvieron algún beneficio directo proveniente de la venta de combustible u otras transacciones comerciales, como la construcción de carreteras y caminos, mejoras comunales, desarrollo local, entre otros; al contrario, estos municipios sí sufrieron un detrimento en su patrimonio producto de la formación de la sociedad mixta, cuyo capital social se desconoce su ejecución.

Hay que estar atentos como ciudadanos al desenlace de tales sociedades mixtas, para que no nos ocurra lo de Nicaragua que trasladó la deuda de ALBA, en su calidad de sociedad mixta, hacia deuda soberana, absorbiendo así las pérdidas, cuyo pago lo efectúa con frijoles. Así que para nadie es desconocido el desabastecimiento que sufren en ocasiones algunos nicaragüenses. Consecuentemente, El Salvador debe cambiar la dinámica de hacer negocios que ha traído a en la actualidad, y el nuevo gobierno tiene que trabajar arduamente por afianzar asocios públicos privados, en los que se reporten mayores beneficios hacia la población y menos a la clase política.

En aras de la transparencia y de hacer las cosas diferentes, sugiero al nuevo gobierno desarrolle los siguientes cambios: plantee una reforma integral a las diferentes leyes tributarias, mercantiles, aduanales, registrales y ley de servicios internacionales, a fin de reducir la tramitología, y hacer que la inversión extranjera y local, fluya más expedita en los procesos; de la misma manera podría coadyuvar hacer una reforma a la Oficina de Inversiones Nacionales, así como corregir los vacíos legales que permiten la elusión y la evasión fiscal, y castigar severamente con sanciones penales y tributarias el contrabando de mercancías a manera que sea ejemplarizante.

También es importante que se designe a un ejecutivo altamente capaz y honrado para dirigir Proesa, en la cual se le impongan metas semestrales y que reporte inversiones reales y no ficticios, para que los viajes que efectué tengan un retorno concreto. Sin embargo, todo lo anterior únicamente podrá funcionar si buscamos mejorar los costos de energía eléctrica que son los más altos de la región y para ello debemos establecer renovaciones en CEL, vinculadas al desarrollo de energías limpias y renovables, industria que ha sido muy descuidada, al grado que no salimos de la producción de energía a partir de restos fósiles.

Claro que todo ello suena muy utópico, porque no se puede mejorar la inversión extranjera y local si no le apostamos a una estrategia que disminuya la inseguridad; pero tampoco se podrán crear espacios libres de violencia si no se le apuesta a la niñez desde la primera infancia, y esto solo se podrá lograr cambiando la calidad educativa en El Salvador, con énfasis en la prevención de la violencia.